Ir al contenido principal

Lugares hermosos y accesibles para disfrutar de unas vacaciones en Argentina

Un Sábado latinoamericano. Por Valentino Modigliani


Poder darse cuenta que la unión Latinoamericana no solo es una necesidad, sino que es el futuro inevitable de quien vivimos durante tantos siglos el yugo colonialista, es abrir la mente a las culturas hermanas. Es poder darse cuenta que Bolivia tiene mucho para ofrecernos, tanto desde sus lenguas como desde el seno cotidiano de su cultura. Que Brasil puede ofrecernos tanto más que un español o un sueco que el imaginario social -tristemente- visualiza como la cultura correcta. ¿Porque no observar que se puede aprender del Venezolano, el Colombiano, Peruano, Chileno, Uruguayo, Panameño, Ecuatoriano?

La Unión de la América Latina es aprender y aprehender a valor lo que nos rodea desde un propio juicio, rompiendo el yugo prejuicioso de la superioridad cultural, de la imposición de una verdad –que en realidad- no nos compete. Es ver la verdad desde nuestras necesidades. Una simple pregunta ayuda a comprender: Si estamos en verano ¿por que comemos pan dulce que es una comida de invierno?


El primer paso para ser libre es tomar conciencia de que nuestra cultura esta siendo manipulada todos los días, desde el simple uso de un "O.K." hasta la forma en vestimos y pensamos. Liberarse no es alejarse de la transculturación, sino darse cuenta que es "lo nuestro" en esta pseudo globalizado.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Leones en Florencio Varela: Una profecia de un futuro inesperado.

En Florencio Varela se encuentran seis jaulas con leones que han sido abandonados por un circo. Nadie se percata que estos animales están perdidos en la intemperie. Luego de unos días, el hambre y la desesperación los ayudara a huir. Así, el león se introducirá en un nuevo ecosistema. Se reproducirá y comenzara a ser cada día mas común en el continente, a tal punto, que Florencio Varela será un lugar peligroso no tanto por “Flagelo de la delincuencia” (como gustan decir algunos sectores sociales para ocultar su indiferencia), sino por que también habrá que tener cuidado con los leones sueltos viviendo en los suburbios del barrio porteño. En los alcantarillado o canales. En principios, se comerán los perros y gatos de la calle o todo aquel animal que encuentren… El hombre dará resistencia por lo que le tendrán miedo. Pero, luego, nos perderán el respeto infundido y aprenderán a casar humanos. Salir de noche y regresar caminando en estados alterados de conciencia serán eventos cargad

La crema de Guddbrandsdalen

Guddbrandsdalen era un lugar donde todos convivían de forma apaciguada. Allí se conquisto la paz y, la misma, tomo la forma de comunidad. Todos en ella, trabajaban en conjunto buscando su propio bienestar. Las personas gustaban de vivir allí por lo que todos sus habitantes se ayudaban entre si. Como una manera de ganarse el pan de cada día, toda la comunidad trabaja para el reino del lejano Pompeyo, lugar al que vendían los productos de su receta más famosa. La misma era un misterio. Sus manos guardaban el secreto. Era única. Por eso, los reyes de todo el mundo la deseaban. Se decía que la misma venia de los propios cielos; en los pequeños pueblos de Pompeyo, se murmuraba que la misma era elaborada con la ayuda de ángeles y que su sabor era el de las propias nubes. Por eso, la llamaban “la crema del cielo”. Los reyes perdidos en sus ostentosas necesidades, querían adueñarse de ella. No soportaban la idea de tener algo tan sabroso al alcance de sus manos y no poder saber como hacerlas

Besos

Hay bocas que al besar, muerden. Y al morder enseñan su fogosa actividad. Otras no entienden y empalidecen en el ritual. Hay labios que miran y excitan. Su solo movimiento nos atrae hacia otra realidad. Hay besos que comen y mastican, tan suave que siempre quieres ser comido. Lo buscas. Hay besos que te agarran desprevenido y te sazonan la razón, dejándote en fuego. Aunque no es solo un beso. Hay otros que se esperan y se piensan; y, aun así, pensados, esperados…nos sorprenden. Lo hacen porque nos dejan sin palabras. Son los besos que tanto pánico les da a los escritores. Esos que no se dejan describir, aquellos que no se repiten, no se entienden y dejan la cabeza en una placentera nulidad. Por eso le temen, porque luego de esos besos, quedan sin ideas, flotando en la boludez, por horas y, quizás, hasta toda una vida.