Introducción
En esta vorágine de la Globalización, los
nuevos “Social Media”, las intercomunicaciones masivas y demás cambios
perceptibles solo a través de análisis profundos, son las causas, o más bien
diría, las consecuencias de un mundo cada vez menos aquí, menos real. Somos
espectadores de un mundo al que se le desdibujaron las fronteras territoriales
para pasar a ser una humanidad sin límites, sin límites espacio temporales, de
distancia, de imaginarios individuales, de conexiones ilimitadas unos con
otros. Esto puede sonar a un sueño hecho realidad, ya se dejan atrás las
individualidades del “sálvese quien pueda” de los ’90 para pasar a ser un gran
masa virtual, una comunidad web. Este cambio nos ha beneficiado en gran medida
al hacer la cultura alcanzable para cualquier persona que tenga una computadora
con Internet, ha promovido el intercambio, la circulación de información, la
socialización, beneficios que todos conocemos y podemos disfrutar desde la comodidad
de nuestras casas. También se han producido alteraciones en el orden
tradicional, es decir, lo que conocíamos hasta que apareció la Web 2.0: las
costumbres, los valores, la moral, la educación, la forma de consumo, etc. Ahora
con Internet no es coherente, me atrevería a decir, mandar a un nene a una
escuela que sigue sosteniendo la misma estructura carcelaria que era funcional
para otro tipo de personas, para la construcción de otro tipo de
subjetividades. Y hoy a su pesar los profesores reclaman “los niños tienen un
gran déficit de atención” lo cuál sí es coherente con el hecho de que la
estructura escolar ya no esta preparada para “contener” las mentes de hoy en día que viven en abstracto
dentro de un mundo virtual que avanza a paso avasallante.
Este ejemplo de la institución escolar se
encuentra en estrecha vinculación con el tema que voy a tratar a lo largo de
este ensayo: el traspaso de una sociedad disciplinaria a una sociedad de
control tomando para tal caso los aportes que M. Foucault realiza en “vigilar y
castigar[1]”
y “microfísica del poder[2]”
, relacionando estos conceptos con la emergencia de nuevos mecanismos de
control social y de nuevas subjetividades contemporáneas vinculadas a la aparición
de Internet, utilizando en este caso los aportes teóricos de Peter Pelbart[3],
Paula Sibilia[4] y Guy
Debord[5].
Desarrollo
Sociedades Disciplinarias - Panóptico
Como expuse anteriormente, las
sociedades tradicionales llamadas “disciplinarias”
aplicaban ciertos mecanismos de control similares a los de una cárcel y consistían
en el examen minucioso de las operaciones del cuerpo, la sujeción de sus
fuerzas y la imposición de la relación docilidad – utilidad. Foucault las
definía como “instituciones para la
reclusión: cárceles, escuelas, hospitales (…)” y toma el concepto de “panóptico” para referirse al ojo que
todo lo ve, el famoso Gran Hermano[6]
que está ahí para vigilar y castigar.
La materialización de este tipo de mecanismos
de control se observa sobre los cuerpos que se tornan “dóciles”, útiles, con el único fin de maximizar su utilidad y
minimizar su capacidad de ser sujeto de poder a través del suplicio, el
castigo, la disciplina y la prisión. En síntesis, el sujeto juega el papel de súbdito
como resultante de las fuerzas de poder.
Sin embargo, esta lógica de análisis sólo es aplicable al tipo de sociedad que necesitaba de subjetividades útiles, sumisas y obedientes, de hecho Foucault sostenía ya en los ‘70 que este tipo de sociedades no eran eternas y ya proyectaba un cambio de racionalidad. Los tiempos que corren actualmente se componen de subjetividades diferentes y de mecanismos de control diferentes. Deleuze en la interpretación que realiza del libro “vigilar y castigar” expresa “ya no necesitamos, o bien, los que procuran nuestro bien ya no necesitan o necesitaran de lugares de reclusión[7]” y esto se puede constatar con el hecho de que se discute permanentemente la legitimidad de este tipo de instituciones como cárceles, escuelas, hospitales, es decir, su estructura ya no es tan indiscutible como antes.
Sin embargo, esta lógica de análisis sólo es aplicable al tipo de sociedad que necesitaba de subjetividades útiles, sumisas y obedientes, de hecho Foucault sostenía ya en los ‘70 que este tipo de sociedades no eran eternas y ya proyectaba un cambio de racionalidad. Los tiempos que corren actualmente se componen de subjetividades diferentes y de mecanismos de control diferentes. Deleuze en la interpretación que realiza del libro “vigilar y castigar” expresa “ya no necesitamos, o bien, los que procuran nuestro bien ya no necesitan o necesitaran de lugares de reclusión[7]” y esto se puede constatar con el hecho de que se discute permanentemente la legitimidad de este tipo de instituciones como cárceles, escuelas, hospitales, es decir, su estructura ya no es tan indiscutible como antes.
La subjetividad ya no es celular, orgánica,
genética y combinatoria como explica Foucault de las sociedades disciplinarias,
sino que se trata de subjetividades polifonicas, heterogeneas, mestizas,
individuales o colectivas que emergen, como otros tantos territorios
existenciales, en la adyacencia de otras alteridades subjetivas[8].
"Es
sencillo buscar correspondencias entre tipos de sociedad y tipos de máquinas,
no porque las máquinas sean determinantes, sino porque expresan las formaciones
sociales que las han originado y que las utilizan. Las antiguas sociedades de
soberanía operaban con máquinas simples, palancas, poleas, relojes; las
sociedades disciplinarias posteriores se equiparon con máquinas energéticas,
con el riesgo pasivo de la entropía y el riesgo activo del sabotaje; las
sociedades de control actúan mediante máquinas de un tercer tipo, máquinas
informáticas y ordenadores cuyo riesgo pasivo son las interferencias y cuyo
riesgo activo son la piratería y la inoculación de virus. No es solamente una
evolución tecnológica, es una profunda mutación del capitalismo".
Gilles
Deleuze. Post-scriptum sobre las sociedades del control
La sociedad crece cada vez más compleja y,
como sostuve anteriormente, las fronteras espacio - temporales se han
desdibujado[9]. Hoy
por hoy las personas manejan, o al menos así parece, su tiempo laboral, su forma
de recreación, las cosas que consumen, etc., y sin la necesidad de moverse
demasiado. Es por esto que las instituciones que no se adapten a tal condición
son cuestionadas, como el ejemplo anteriormente citado sobre la escuela, sus
estructuras rígidas y la consecuente dispersión de los alumnos. Voy a procurar
no profundizar demasiado sobre el tema de las sociedades disciplinarias ya que
el objetivo de este ensayo versa sobre el traspaso de éstas a las denominadas
“sociedades de control”.
“La
palabra hibridación aparece más dúctil para nombrar esas mezclas en las que no
sólo se combinan elementos étnicos o religiosos, sino que se intersectan con
productos de las tecnologías avanzadas y procesos sociales modernos o
posmodernos.
Destaco
las fronteras entre países y las grandes ciudades como contextos que
condicionan los formatos, estilos y contradicciones específicos de la
hibridación. Las fronteras rígidas establecidas por los Estados modernos se
volvieron porosas”.
N.
G. Canclini – Interculturalidad e hibridación latino –1999- México
Si bien este paso a las sociedades de control
no se realizó aún completamente ya que
son visibles los vestigios que dejó, presenciamos pasiva y devotamente este
cambio de paradigma, un cambio que implica, además del desarrollo de una nueva
subjetividad, el cambio en las herramientas que “ellos” utilizan para ostentar
el poder.
“Ellos” es una denominación abstracta que comúnmente
se utiliza para designar al capitalismo en si y su centralización del poder en
manos de unos pocos privilegiados, a la representación simbólica que tenemos de
quienes nos “manejan”, de quienes quieren minimizarnos como sujetos de poder.
En la sociedad actual los mecanismos de
control que sobrepasan nuestra voluntad individual ya no son tan discernibles
como lo eran anteriormente. Se esconden detrás de un mecanismo altamente
burocrático, de una retórica discursiva del “nosotros”, lo cual dificulta el análisis acerca de quiénes
realmente ostentan el poder, incluso es difícil desviar la mirada de lo que
anteriormente era el poder mas tangible y visible: El Estado como mecanismo
regulador, para ver mas allá, y analizar a los actuales amos del mundo: un
mercado mundial que hace de los sujetos meros consumidores, los medios de comunicación
que manipulan la información y las nuevas tecnologías y programas creados para
la web que se alimentan de información personal y controlan las preferencias de
consumo.
Estos poderes crean constantemente mecanismos
de normalización y exclusión social, no se trata ya de un poder coercitivo sino
de un poder de control disimulado, a nivel de detalle que reconfigura el
espacio y el tiempo.
José F. Alcántara en su libro “sociedades de control” sostiene que las nuevas formas de vigilancia
y control son juzgadas a
menudo desde las supuestas
ventajas que ofrecen
y no como
agentes de penalización. “Podemos juzgar que usar un correo webmail
como el de Google (que en los términos
del servicio exige permiso para leer
el contenido de
los mismos) supone entregar a una compañía privada la
llave que abre toda tu vida, pero muchos
dirán que Gmail es
un servicio web magnífico, cómodo y fiable. Esto divide a
la población en una infinidad de subgrupos de consumo a la vez que impide su
respuesta única y
contundente como grupo
social”[10].
En estrecha vinculación con el tema expuesto
por el autor, es preciso describir y analizar esta minuciosidad y prolijidad
con la que se ejerce el control, cómo invaden lo mas privado de los individuos,
cómo procuran que seamos consumidores pasivos y sin embargo nos pensemos
activos, cómo intentan normalizarnos y automatizarnos, “configurarnos” usando
términos mas acordes a las nuevas tecnologías digitales.
La Real Academia Española de la Lengua define
privacidad como el «ámbito de la vida privada que se tiene derecho a proteger
de cualquier intromisión»
Sin embargo, en la esfera virtual, en la que
se vive una vida “paralela” a la real, las intromisiones tienen lugar en el simple
hecho de que la información personal de cada individuo se encuentra al alcance
del público en general. Facebook es un claro caso de normalización de los
sujetos y de violación a la propiedad privada. El mecanismo funciona de esta
manera: hay que armarse un “perfil” que
nos posiciona como sujetos individuales dentro de la red con capacidad de interacción,
en dicho perfil se enumeran gustos, preferencias, fotos, y demás información
relevante para cada persona. Estos perfiles funcionan como fichas o bitácoras que
pueden ser no solo visualizadas por “amigos” sino por aquellos que se
encargan de escanear las tendencias, de monitorizar las interacciones y de
controlar los acontecimientos que surgen en la web. Además, cualquier
aplicación a la que un sujeto ingrese como ser juegos, horóscopos,
sincronizaciones con otras herramientas web, etc., se le obliga a “permitir” el acceso a su información en
cualquier momento y la gran mayoría de los usuarios presiona “continuar”
sin poner atención. He aquí un ejemplo de la advertencia:
La normalización a la que están sometidos los sujetos tiene que ver con la
creación de estos perfiles idénticos para todos los usuarios, es decir, en
comparación con las sociedades disciplinarias en las que los presos estaban representados
con números, hoy en día la construcción de la identidad se produce a través de
la creación de perfiles superficiales, públicos e idénticos.
Es interesante
relacionar este tema con los aportes teóricos de Paula Sibilia quien ve las subjetividades, al
igual que Michel Foucault, desde una perspectiva cultural e histórica que le
permite detectar los elementos comunes a algunos sujetos, pero no necesariamente
inherentes a todos los seres humanos. Esta perspectiva, según explica, le
facilita contemplar aquellos elementos de la subjetividad que son claramente
culturales, frutos de algunas presiones y fuerzas históricas en las que
intervienen elementos políticos, económicos y sociales que inciden en las
formas de ser y estar en el mundo.
Sibilia ve estas manifestaciones como parte
de un proceso más amplio, de una atmósfera sociocultural que los envuelve, que
los hace posibles y les concede un sentido.
Para la autora, la red mundial de
computadoras, que conocemos como Internet, se ha convertido en un “gran laboratorio” que permite
experimentar y diseñar nuevas subjetividades; es decir, nuevas formas de ser y
de estar en el mundo[11].
Plantea también que esta espectacularización del yo con los recursos performativos que provee el ciberespacio
responde, en parte, a cierta crisis en la vida interior de los sujetos, a la
soledad, o por decirlo en sus palabras “pánico
al anonimato”[12].
“Lo
privado se hizo espectáculo, abriéndose a las cámaras la cotidianeidad banal y
también aquella que antes se guardaba con pudor. Blogs y fotologs acentúan esta
tendencia”
Sibilia, Paula “La intimidad
como espectaculo”
Ya a mediados del Siglo XX, se fueron difuminando
las líneas que separaban lo privado y lo público. Hoy, la intimidad
prácticamente forma parte del espacio público. La autora sostiene que dentro de
esas tecnologías ser célebre se presenta como la máxima a la que todos debemos
aspirar. A esto hay que sumarle que las nuevas herramientas tecnológicas
permiten registrar todo tipo de escenas de la vida privada con facilidad,
rapidez y bajo costo[13].
Guy Debord en su libro “la sociedad del espectáculo” proyectaba en 1967 lo que mas
adelante sería la emergencia de la televisión como la plataforma en la que la
vida cotidiana pasaba a ser parte de un espectáculo. El autor sostiene que los
sentimientos de alienación podían ser explicados por las fuerzas invasivas del
«espectáculo» — la naturaleza seductora del capitalismo consumista. El teórico
llama espectáculo “al advenimiento de una
nueva modalidad de disponer de lo verosímil y lo incorrecto mediante la
imposición de una representación del mundo de índole tecno-estética. El
espectáculo (…) nace con la modernidad urbana, con la necesidad de brindar
unidad e identidad a las masas a través de la imposición de modelos culturales”[14].
Como parte de esta dinámica correspondiente a la sociedad del espectáculo,
pareciera que la sociedad estuviera en constante movimiento pero el cuerpo ya
no se mueve, se convierte en un pasivo espectador, quién se “asombra” de las imágenes captadas desde
el televisor. Ello genera que la sociedad misma no desarrolle una criticidad
hacia lo que ve o lo que lee, en otras palabras, se moldean las mentes y se
sujetan los cuerpos. Se puede homologar la televisión del ’60 con lo que hoy en
día, en el siglo XXI, vivimos con Internet. Es solo una “evolución” o un cambio en los canales por los cuales la vida
cotidiana se convierte en espectáculo, por los que la intimidad cada vez va
perdiendo mayor terreno y a través de los cuales se produce una
individualización cada vez mas creciente de los sujetos.
Madrid: Siglo Veintiuno.
[2] Foucault, M. (1979). Microfísica del poder.
Madrid: La piqueta.
[3] Pelbart, Peter, “Filosofía de la deserción: Nihilismo, locura y
comunidad” (2009) Tinta Limón Ediciones
[4] Sibilia, Paula, “La intimidad como espectáculo” (2008) Buenos Aires
[8] Guattari, Felix, “Des
subjectivités, pour le meilleur et pour le pire”, en Chiméres, París. (1990)
[10] José F. Alcántara, “La sociedad de control: privacidad, propiedad
intelectual y el futuro de la libertad”. (2008)
Ediciones El Cobre
Link:
http://www.perspectivasdelacomunicacion.cl/revista_2_2010/01resena.pdf
[13] Rodríguez Sánchez,
Israel, “perspectivas de la comunicación”
vol. 3, nº 2 (2010) Universidad de la frontera temuco - chile
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