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“La guerra contra el antisemitismo global” en la era de la islamofobia
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Olvidad la incontrolada islamofobia mundial y la satanización de los árabes. Haaretz, informa de que el Buró de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo del Departamento de Estado, ha “institucionalizado la lucha contra el antisemitismo global”, incluso a pesar de que los militares de EE.UU. y sus aliados han estado destruyendo países poblados en su mayoría por musulmanes durante más de una década. ¿O tal vez sea precisamente para apoyar la guerra contra el Islam y el mundo árabe –es decir, una “guerra contra el terrorismo”– para lo que se está lanzando la “guerra contra el antisemitismo global”? ( (Leaving post, U.S. official reflects on a new definition of anti-Semitism, Haaretz, 17 de octubre de 2012.)
El Buró de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo, que se presenta como líder de “los esfuerzos de EE.UU. para promover la democracia, proteger los derechos humanos y la libertad religiosa internacional y hacer progresar globalmente los derechos sindicales” requiere actualmente que los funcionarios del Departamento de Estado participen en un “curso de 90 minutos sobre antisemitismo en el Instituto del Foreign Service, la escuela de capacitación para diplomáticos” ([Ibíd).
Por conveniencia, se redactó una “definición del antisemitismo en 341 palabras”, que “incluye no solo formas tradicionales –calumnia del crimen ritual, estereotipos– sino formas más nuevas como negación del Holocausto y relativismo del Holocausto”, explicó Hannah Rosenthal, exmonitora de antisemitismo en el Departamento de Estado. (Ibíd).
Rosenthal, quien dirigió dos veces el Consejo Judío para Asuntos Públicos y ahora es presidenta y directora ejecutiva de la Federación Judía de Milwaukee, también indicó que su equipo “logró que se incluyeran en [la definición] las ocasiones en las cuales la crítica legítima a Israel se convierte en antisemitismo”. (Ibíd.)
Esta iniciativa es otra demostración del “monopolio de victimización” judío. En el mundo posterior al 11-S, en el cual los musulmanes y árabes son víctimas de caracterización religiosa y racial en los países occidentales, una decisión semejante es lógicamente injustificable. La caza de “islamistas radicales”, presentados como la máxima amenaza por parte del Departamento de Estado de EE.UU., no importa cuál sea el partido gobernante, ha convertido a todos los musulmanes y árabes en sospechosos y potenciales enemigos. La “guerra contra el antisemitismo global” no es otra cosa que un nuevo instrumento engañoso de la “guerra contra el terror” de EE.UU., que indudablemente beneficia a Israel.
Este nuevo curso de antisemitismo para funcionarios estadounidenses también es un pequeño pez en el océano de la “industria del Holocausto”. Los lobbies pro israelíes/judíos se muestran resueltos en su misión de erradicar toda crítica legítima a Israel. Sin embargo, Rosenthal trató de aparecer reconfortante diciendo que “las críticas a Israel similares a las acusaciones formuladas a cualquier otro país no pueden considerarse antisemitas”.
A pesar de que esta declaración suena justa y equilibrada, no lo es, ni es lógica. No solo es imposible equilibrar la crítica entre los países, sino que además Israel y EE.UU. son los campeones de la crítica desequilibrada. El mejor ejemplo es su crítica a Irán, que a diferencia de EE.UU. e Israel, no ocupa ningún país, no utiliza su fuerza militar contra otras naciones y no se ha demostrado que posea armas nucleares. A pesar de esos hechos se le presenta como la amenaza más peligrosa del planeta.
Acusar a Israel y normalizar la islamofobia
Se utilice de manera intencionada o no, la expresión “acusaciones formuladas a países” en lugar de “dirigidas” o “apuntadas a” traduce el deseo de minimizar la crítica a Israel. El que se “formulen críticas” sirve un propósito importante con respecto a su ocupación de Palestina: justifica lo injustificable; da la impresión de que se protege de un enemigo que lucha con los mismos medios y que pone en gran peligro su supervivencia. Sirve para justificar las décadas de ocupación, el castigo colectivo de los palestinos, un crimen de guerra según los Principios de Núremberg, elaborados como consecuencia de los juicios contra los nazis. Cuando se trata de Israel y Palestina, no se puede criticar lógicamente a los dos países de la misma manera: ¿cómo se puede criticar a un país ocupado, sin ejército, al que se niega la autodeterminación y los derechos humanos básicos, de la misma manera que a su brutal ocupante fuertemente armado?
Existeuna frase superficial estereotipada que utilizan con demasiada frecuencia los comentaristas llamados neutrales para “formular acusaciones”: “El conflicto israelí-palestino es complicado”. Ante todo no es un conflicto, es una guerra. Una guerra librada con medios desproporcionados donde se castiga a una población entera y el agresor se presenta como víctima. En segundo lugar no es complicado, es muy simple. Israel ocupa un territorio y comete regularmente crímenes de guerra, mientras la “comunidad internacional” se queda sentada ociosamente, bien porque Israel es un aliado o simplemente porque sus intereses no están en juego.
Fuente:
http:// www.globalresearch.ca/ la-guerra-contra-el-antisem itismo-global-en-la-era-de -la-islamofobia/5311996
“La guerra contra el antisemitismo global” en la era de la islamofobia
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Olvidad la incontrolada islamofobia mundial y la satanización de los árabes. Haaretz, informa de que el Buró de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo del Departamento de Estado, ha “institucionalizado la lucha contra el antisemitismo global”, incluso a pesar de que los militares de EE.UU. y sus aliados han estado destruyendo países poblados en su mayoría por musulmanes durante más de una década. ¿O tal vez sea precisamente para apoyar la guerra contra el Islam y el mundo árabe –es decir, una “guerra contra el terrorismo”– para lo que se está lanzando la “guerra contra el antisemitismo global”? ( (Leaving post, U.S. official reflects on a new definition of anti-Semitism, Haaretz, 17 de octubre de 2012.)
El Buró de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo, que se presenta como líder de “los esfuerzos de EE.UU. para promover la democracia, proteger los derechos humanos y la libertad religiosa internacional y hacer progresar globalmente los derechos sindicales” requiere actualmente que los funcionarios del Departamento de Estado participen en un “curso de 90 minutos sobre antisemitismo en el Instituto del Foreign Service, la escuela de capacitación para diplomáticos” ([Ibíd).
Por conveniencia, se redactó una “definición del antisemitismo en 341 palabras”, que “incluye no solo formas tradicionales –calumnia del crimen ritual, estereotipos– sino formas más nuevas como negación del Holocausto y relativismo del Holocausto”, explicó Hannah Rosenthal, exmonitora de antisemitismo en el Departamento de Estado. (Ibíd).
Rosenthal, quien dirigió dos veces el Consejo Judío para Asuntos Públicos y ahora es presidenta y directora ejecutiva de la Federación Judía de Milwaukee, también indicó que su equipo “logró que se incluyeran en [la definición] las ocasiones en las cuales la crítica legítima a Israel se convierte en antisemitismo”. (Ibíd.)
Esta iniciativa es otra demostración del “monopolio de victimización” judío. En el mundo posterior al 11-S, en el cual los musulmanes y árabes son víctimas de caracterización religiosa y racial en los países occidentales, una decisión semejante es lógicamente injustificable. La caza de “islamistas radicales”, presentados como la máxima amenaza por parte del Departamento de Estado de EE.UU., no importa cuál sea el partido gobernante, ha convertido a todos los musulmanes y árabes en sospechosos y potenciales enemigos. La “guerra contra el antisemitismo global” no es otra cosa que un nuevo instrumento engañoso de la “guerra contra el terror” de EE.UU., que indudablemente beneficia a Israel.
Este nuevo curso de antisemitismo para funcionarios estadounidenses también es un pequeño pez en el océano de la “industria del Holocausto”. Los lobbies pro israelíes/judíos se muestran resueltos en su misión de erradicar toda crítica legítima a Israel. Sin embargo, Rosenthal trató de aparecer reconfortante diciendo que “las críticas a Israel similares a las acusaciones formuladas a cualquier otro país no pueden considerarse antisemitas”.
A pesar de que esta declaración suena justa y equilibrada, no lo es, ni es lógica. No solo es imposible equilibrar la crítica entre los países, sino que además Israel y EE.UU. son los campeones de la crítica desequilibrada. El mejor ejemplo es su crítica a Irán, que a diferencia de EE.UU. e Israel, no ocupa ningún país, no utiliza su fuerza militar contra otras naciones y no se ha demostrado que posea armas nucleares. A pesar de esos hechos se le presenta como la amenaza más peligrosa del planeta.
Acusar a Israel y normalizar la islamofobia
Se utilice de manera intencionada o no, la expresión “acusaciones formuladas a países” en lugar de “dirigidas” o “apuntadas a” traduce el deseo de minimizar la crítica a Israel. El que se “formulen críticas” sirve un propósito importante con respecto a su ocupación de Palestina: justifica lo injustificable; da la impresión de que se protege de un enemigo que lucha con los mismos medios y que pone en gran peligro su supervivencia. Sirve para justificar las décadas de ocupación, el castigo colectivo de los palestinos, un crimen de guerra según los Principios de Núremberg, elaborados como consecuencia de los juicios contra los nazis. Cuando se trata de Israel y Palestina, no se puede criticar lógicamente a los dos países de la misma manera: ¿cómo se puede criticar a un país ocupado, sin ejército, al que se niega la autodeterminación y los derechos humanos básicos, de la misma manera que a su brutal ocupante fuertemente armado?
Existeuna frase superficial estereotipada que utilizan con demasiada frecuencia los comentaristas llamados neutrales para “formular acusaciones”: “El conflicto israelí-palestino es complicado”. Ante todo no es un conflicto, es una guerra. Una guerra librada con medios desproporcionados donde se castiga a una población entera y el agresor se presenta como víctima. En segundo lugar no es complicado, es muy simple. Israel ocupa un territorio y comete regularmente crímenes de guerra, mientras la “comunidad internacional” se queda sentada ociosamente, bien porque Israel es un aliado o simplemente porque sus intereses no están en juego.
Fuente:
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