El perro dejó la casa hace seis años, cuando murió uno de sus dueños. Sin que nadie lo llevara, apareció en el cementerio de Carlos Paz, junto a la tumba de su fallecido dueño. Desde ese momento, ese es su hogar. Nadie se explica como llego ahí. Cada día, a las 18, se acuesta al lado de la sepultura.