Ir al contenido principal

Lugares hermosos y accesibles para disfrutar de unas vacaciones en Argentina

Cine de Sábado: Un tipo corriente. Comedia (2002)




TULO ORIGINALUn tipo corriente (Samy y yo)
AÑO2002
DURACIÓN 88 min.
PAÍS
DIRECTOREduardo Milewicz
GUIÓNEduardo Milewicz
MÚSICACarlos Villavicencio
FOTOGRAFÍAMarcelo Camorino
REPARTORicardo DarínAngie CepedaCristina BanegasAlejandra FlechnerHenny Trailes,Alejandra DarínCarolina PelerittiRita CorteseRoberto Petinatto
PRODUCTORABulevares Producciones D.F.
WEB OFICIALhttp://www.samyyyo.com/
GÉNEROComediaRomance | Comedia romántica
SINOPSISSamuel Goldstein, que está a punto de cumplir los cuarenta, vive agobiado por múltiples problemas que lo hacen sufrir; entre ellos está Esther, su astigmatismo, su madre y su hermana. Su trabajo consiste en escribir los monólogos humorísticos de un programa que languidece a la misma velocidad que su autoestima, aunque eso no significa que haya renunciado a su sueño de ser un verdadero escritor. De hecho, cada año se propone empezar una novela, aunque también cada año sus intentos fracasan. La proximidad de su cumpleaños lo angustia hasta tal punto que decide que ya es hora de dejarlo todo de lado, el programa, las obligaciones familiares y la sombra de ese otro yo que lo agobia, y dedicarse a escribir. Y en medio de ese desasosiego aparece en su vida Mary, un torbellino que gira en dirección opuesta a la suya. (FILMAFFINITY)

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Leones en Florencio Varela: Una profecia de un futuro inesperado.

En Florencio Varela se encuentran seis jaulas con leones que han sido abandonados por un circo. Nadie se percata que estos animales están perdidos en la intemperie. Luego de unos días, el hambre y la desesperación los ayudara a huir. Así, el león se introducirá en un nuevo ecosistema. Se reproducirá y comenzara a ser cada día mas común en el continente, a tal punto, que Florencio Varela será un lugar peligroso no tanto por “Flagelo de la delincuencia” (como gustan decir algunos sectores sociales para ocultar su indiferencia), sino por que también habrá que tener cuidado con los leones sueltos viviendo en los suburbios del barrio porteño. En los alcantarillado o canales. En principios, se comerán los perros y gatos de la calle o todo aquel animal que encuentren… El hombre dará resistencia por lo que le tendrán miedo. Pero, luego, nos perderán el respeto infundido y aprenderán a casar humanos. Salir de noche y regresar caminando en estados alterados de conciencia serán eventos cargad

La crema de Guddbrandsdalen

Guddbrandsdalen era un lugar donde todos convivían de forma apaciguada. Allí se conquisto la paz y, la misma, tomo la forma de comunidad. Todos en ella, trabajaban en conjunto buscando su propio bienestar. Las personas gustaban de vivir allí por lo que todos sus habitantes se ayudaban entre si. Como una manera de ganarse el pan de cada día, toda la comunidad trabaja para el reino del lejano Pompeyo, lugar al que vendían los productos de su receta más famosa. La misma era un misterio. Sus manos guardaban el secreto. Era única. Por eso, los reyes de todo el mundo la deseaban. Se decía que la misma venia de los propios cielos; en los pequeños pueblos de Pompeyo, se murmuraba que la misma era elaborada con la ayuda de ángeles y que su sabor era el de las propias nubes. Por eso, la llamaban “la crema del cielo”. Los reyes perdidos en sus ostentosas necesidades, querían adueñarse de ella. No soportaban la idea de tener algo tan sabroso al alcance de sus manos y no poder saber como hacerlas

Besos

Hay bocas que al besar, muerden. Y al morder enseñan su fogosa actividad. Otras no entienden y empalidecen en el ritual. Hay labios que miran y excitan. Su solo movimiento nos atrae hacia otra realidad. Hay besos que comen y mastican, tan suave que siempre quieres ser comido. Lo buscas. Hay besos que te agarran desprevenido y te sazonan la razón, dejándote en fuego. Aunque no es solo un beso. Hay otros que se esperan y se piensan; y, aun así, pensados, esperados…nos sorprenden. Lo hacen porque nos dejan sin palabras. Son los besos que tanto pánico les da a los escritores. Esos que no se dejan describir, aquellos que no se repiten, no se entienden y dejan la cabeza en una placentera nulidad. Por eso le temen, porque luego de esos besos, quedan sin ideas, flotando en la boludez, por horas y, quizás, hasta toda una vida.