Desde
el oficialismo se plantea la necesidad de aprobar una ley que amplié los
derechos de participación política a los 16 años de edad. El tema ha generado
polémica puesto que –tratándose de política- siempre hay fines encubiertos a
los proclamados públicamente. El binnerismo apoya la noción, el resto de la
oposición se niega sutilmente o no opina al respecto.
Votar es un derecho que adquirimos los ciudadanos
como consecuencia de grandes luchas sociales e históricas. La aprobación de la
constitucional nacional en 1856, un largo periodo de formación como país; la
conformación de partidos políticos a nivel formal (entre 1880 y 1910); la
aprobación de la ley “Roque Sáenz Peña” (y su proclama del voto universal,
secreto y obligatorio para todas las personas mayores de 18 años de edad); la
reforma constitucional de 1949 (y la anexación del voto femenino como conquista
social); treinta años de dictaduras, semidemocracias y democracias interrumpidas
abruptamente; hasta llegar finalmente a 1983, cuando como ciudadanos maduros y
sensatos –finalmente- descubrimos el valor de la libertad y-por sobre todo- el
de la necesaria participación.
Hoy han pasado casi 30 años desde ese momento y no es casualidad que –aproximadamente- cada treinta años se ponga en discusión este tipo de temáticas (1856-1890-1916-1949-1983-2012). Son solo números, pero parece que treinta años es lo que tardamos en masticar, en saborear, en digerir la política. Pero –jugando con los números- ¿hay que tener 30 años de edad para saber de política? O mejor dicho: ¿Cuántos años hay que tener para saber de política?
Y de ello, nacen los interrogantes en disputa ¿Es necesario aumentar la dimensión participativa? ¿Es una necesidad real la de incrementar el espectro de participación política? Observándolo así, pareciera ser que sí. Puesto que la política está desde el precio de la yerba en el almacén de la esquina, como también lo está en la organización social de un movimiento por los derechos humanos y ciudadanos. Al atravesarnos de modo transversal, parece indiscutible que la medida sea tomada como benévola, pero el tema no es tan simple. Demanda la respuesta a –al menos- otra pregunta: ¿Están realmente capacitados los jóvenes de 16 y 17 años para decidir quiénes serán nuestro representantes? A simple vista parece que la respuesta más obvia es de tonalidades negativas, puesto que las preocupaciones de un adolescente no son las mismas que las de un adulto. Esto se debe a razones lógicas asociadas al grado de responsabilidades que deben enfrentar unos y otros. Pero –sin embargo- tampoco es tan así.
Hoy han pasado casi 30 años desde ese momento y no es casualidad que –aproximadamente- cada treinta años se ponga en discusión este tipo de temáticas (1856-1890-1916-1949-1983-2012). Son solo números, pero parece que treinta años es lo que tardamos en masticar, en saborear, en digerir la política. Pero –jugando con los números- ¿hay que tener 30 años de edad para saber de política? O mejor dicho: ¿Cuántos años hay que tener para saber de política?
Y de ello, nacen los interrogantes en disputa ¿Es necesario aumentar la dimensión participativa? ¿Es una necesidad real la de incrementar el espectro de participación política? Observándolo así, pareciera ser que sí. Puesto que la política está desde el precio de la yerba en el almacén de la esquina, como también lo está en la organización social de un movimiento por los derechos humanos y ciudadanos. Al atravesarnos de modo transversal, parece indiscutible que la medida sea tomada como benévola, pero el tema no es tan simple. Demanda la respuesta a –al menos- otra pregunta: ¿Están realmente capacitados los jóvenes de 16 y 17 años para decidir quiénes serán nuestro representantes? A simple vista parece que la respuesta más obvia es de tonalidades negativas, puesto que las preocupaciones de un adolescente no son las mismas que las de un adulto. Esto se debe a razones lógicas asociadas al grado de responsabilidades que deben enfrentar unos y otros. Pero –sin embargo- tampoco es tan así.
La sociedad actual (la de internet, Facebook, Google,
celulares, notebook, etc.), es una sociedad de constante interacción, mas allá
de todos los debates y criticas que esto puedo generar. La participación, el
uso de la palabra, la posibilidad de expresarnos está al alcance de nuestras
manos. Y los jóvenes de hoy, son hijos de este nuevo fenómeno, de este nuevo
mundo. La información que tiene en la cabeza un pibe de 15 años, antes se la adquiría–y
no de con el mismo grado de complejidad- a los 25 años. Y digo 25 por decir un número….
Al que le quepa el sombrero que se lo ponga. La cuestión es que un joven -hoy
en día- sabe de sexo, sabe de economía, sabe de política, etc. Quizás no está
capacitado, quizás solo se informa solo desde lo que le interesa; pero el
adulto promedio le sucede lo mismo. ¿O me va a decir que por ser adulto sabe de
todo y le interesa todo? La realidad es que la sapiencia no es generacional; el
conocimiento lo tienen quienes lo buscan, quienes lo tienen al alcance de sus
manos. Y esta nueva sociedad –con sus dignidades y virulencias- tiene esa
virtud: el libre acceso a la información. En este sentido, conozco jóvenes –y
seguro usted también- que comprenden y analizan la realidad de forma más crítica
y certera que una gran parte de lo que se denominan “adultos”.
También es cierto que, la larga historia como sociedad humana, nos ha enseñado que todo tiene su tiempo y su lugar. ¡Por algo el sistema educativo está estructurado del modo en el que esta! Lo cual no significa que sea una verdad universal, pero nos dice algo: hay que adquirir información acorde al grado de maduración del individuo. No es en vano, por ejemplo, que para ser presidente sea de 30 años (¡casualmente!) el tiempo estipulado para que una persona adquiera el conocimiento y las responsabilidades que dicho cargo demanda. Esto no quiere decir que no sea una verdad refutable. En la edad media, la locura se curaba con unos “golpesitos” precisión en la cabeza. La medicina lo avalaba y se creía necesario, pero el tiempo demostró otra cosa. No digo que vota a los 16 años sea una locura; solo que es un tema complejo, que tiene diversas aristas tanto a nivel positivo como negativo.
También es cierto que, la larga historia como sociedad humana, nos ha enseñado que todo tiene su tiempo y su lugar. ¡Por algo el sistema educativo está estructurado del modo en el que esta! Lo cual no significa que sea una verdad universal, pero nos dice algo: hay que adquirir información acorde al grado de maduración del individuo. No es en vano, por ejemplo, que para ser presidente sea de 30 años (¡casualmente!) el tiempo estipulado para que una persona adquiera el conocimiento y las responsabilidades que dicho cargo demanda. Esto no quiere decir que no sea una verdad refutable. En la edad media, la locura se curaba con unos “golpesitos” precisión en la cabeza. La medicina lo avalaba y se creía necesario, pero el tiempo demostró otra cosa. No digo que vota a los 16 años sea una locura; solo que es un tema complejo, que tiene diversas aristas tanto a nivel positivo como negativo.
En cuanto a la capacidad, no hay edad. En cuanto al grado de aceptación de responsabilidades, si (aunque la realidad es perversa y – a veces- obliga). En cuanto a lo político, tenemos una juventud politizada y participativa. En cuanto a la profundidad de esa participación ¡Es todo un tema!La realidad es que la idea no es tan perversa como la plantean los medios opositores, pero tiene tanto fines sociales como fines políticos urgentes. Pero siempre digo, Roque Sáenz Peña aprobó la ley de Sufragio Universal para poder ser presidente… y él, ya no está más. Aunque la democracia existe –formalmente- gracias a esa ley. Es más, lleva su nombre. No digo que el fin justifica los medios (y aclaro porque siempre hay un taramba que lee a medias y busca la quinta pata al gato para poder criticar por criticar), lo que digo es que hay que aprender a ver más allá. Inversión a largo plazo, le dicen los economistas. Inteligentemente, los pibes del barrio. Pues la idea tiene fundamentos, pero aun así es una decisión de carácter muy importante.
El tema está en boca de todos y –eso- es signo de libertad, de democracia. Los jóvenes tienen derecho a tener derechos, pero ¿Esta realmente capacitados para votar?
Fuentes
bibliográficas:
Articulo 89. Constitución Nacional Argentina
http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-22362009000100003&script=sci_arttext
La participación política de jóvenes adolescentes en el contexto urbano argentino. Puntos para el debate
La participación política de jóvenes adolescentes en el contexto urbano argentino. Puntos para el debate
http://www.laguia2000.com/argentina/el-voto-femenino-en-argentina
El Voto Femenino en Argentina
El Voto Femenino en Argentina
http://www.losandes.com.ar/notas/2012/8/30/crece-polemica-idea-votar-anos-663984.aspCrece
la polémica por la idea de votar a los 16 años
http://www.notitdf.com/noticias/leer/4390-votar-a-los-16-anos.html
Votar a los 16 años
Votar a los 16 años
Http://profesor-daniel-alberto-chiarenza.blogspot.com.ar/2011/02/28-de-febrero-de-1912-promulgacion-de.html
28 de febrero de 1912: promulgación de la ley electoral sáenz peña.
28 de febrero de 1912: promulgación de la ley electoral sáenz peña.
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