El misterio, cobijado en sus brazos. La mirada perdida en el
unísono del tiempo. El ayer, el presente, el mañana. Los rostros inertes en la
noche, la luz del sol se extingue en un fenómeno mental; el deseo de libertad,
sujetando las manos pudorosas del cristianismo.
Nada en concreto, solamente incógnitas indescifrables del
ser. Lamentos, pasiones, vehemencias. Libertad, simplemente eso.
La noche se ha ido y, de nuevo, recae en las manos de la
soledad. Fortuita, pero ingrata. Pecaminosos deseos alejados de la realidad.
Las palabras resuenan en el tiempo de hoy, mientras el agua lava las
incoherencias del ayer.
- ¡Tenias razón! Y la realidad es que no sé.... ¡porque
tiene que ser así!
Comentarios