Tanto en nuestro país como en el resto del mundo hay un evento cerebrovascular cada 4 minutos. ¿Cómo ocurren? ¿Son prevenibles? Los factores de riesgo y las chances de recuperación. Un medicamento permite ser optimistas.
Se trata de una carrera que disputa el tiempo contra los avances en la medicina. Según los especialistas, las fallas vasculares aumentan a medida que el hombre acelera, compite ferozmente y dispone de menos momentos para el ocio. La tendencia parece no revertirse, por lo que deben refinarse los métodos y terapias para atenuar los efectos y consecuencias de una dolencia cuya sigla se torna cada vez más común en nuestro vocabulario. Los cuadros de ACV se generalizan, alcanzan geografías impensadas y desconocen sexos y edades. Recientemente se realizó el Congreso Nacional de Terapia Intensiva en la ciudad de Rosario. Allí se destacó un médico e investigador rumano que disertó en dos conferencias acerca de la problemática. Antes de volver a su país, Dafin Muresanu conversó con Veintitrés sobre una de las enfermedades que más ha crecido en los últimos tiempos. “Lo malo, o bien lo realista, es que a nivel mundial la situación tiende a empeorar. Lo bueno es que contamos con nuevos procedimientos y drogas para beneficiar a los pacientes”.
Los accidentes cerebrovasculares pueden ser isquémicos o hemorrágicos. Entre los primeros, la falla se da cuando ocurre una oclusión en las arterias que impide la irrigación de sangre hacia la masa encefálica. Cuando se produce un ACV de los hemorrágicos, además de interrumpirse el flujo con el perjuicio consiguiente, la sangre que sale de su cauce comprime el área cerebral.
La consecuencia, en ambos casos, es la pérdida de funciones del órgano que envía señales de comando a todo el cuerpo. “Los síntomas pueden ser cinco: pérdida de fuerza en la mitad del cuerpo, pérdida de sensibilidad también en la mitad izquierda del cuerpo, afasia, trastornos en el habla y en la comprensión, pérdida del equilibrio o un dolor de cabeza diferente al conocido”, explicó Muresanu a esta revista.
Leonardo González, neurólogo y secretario del Grupo de Trabajo de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Neurológica Argentina, brindó algunas pistas que podrían ayudar a prevenir un accidente de este tipo: “El ACV es evitable. Hay que conocer los factores de riesgo, que son varios. Algunos no pueden revertirse, como la edad y el hecho de ser hombre. Lo que sí se puede controlar es la diabetes, al tiempo que se debe tratar de detectar arritmias. Las estadísticas indican que un 70 y hasta un 80 por ciento de quienes padecen un ACV son hipertensos”.
“En cuanto a la intervención y recuperación –agregó González–, depende mucho del lugar donde se viva, ya sea en el campo, en una ciudad o en una gran metrópolis. Deberían instrumentarse campañas públicas de prevención”.
La población parece estar poco o mal informada al respecto. Así lo reflejan los resultados de una encuesta realizada por la Asociación Argentina de Ataque Cerebral (AAAC), que fue presentada en octubre de 2011 en la sede del Ministerio de Salud de la Nación. El estudio asegura que el 34,1% de la población no pudo explicar espontáneamente cuál sería una señal de alerta. El sondeo, que incluyó a 603 participantes, informó que tales números fueron superiores en la población mayor de 56 años: 49,7% consideró la hipertensión como causa de ACV, y el 39,9 no pudo mencionar señales de alerta. Otros datos generales revelaron que un 26,5% citaba la cefalea como señal de peligro, un 15,7 se inclinó por las dificultades del habla, un 14,4 mencionó la parálisis y el 12,1 cree que los mareos son también una señal de alerta.
Según expertos en el tema, la Argentina no está lejos de la media mundial en cuanto al número de afectados y a las causales de la enfermedad. El estrés cada vez más generalizado no hace más que empeorar los pronósticos. Para eso no existe un fármaco mágico, sino que la medicación debe funcionar en armonía con un cambio en las condiciones de vida, se debe encastrar todo como en un gran rompecabezas. La función del ser humano está limitada a ciertos parámetros: hay que dormir determinada cantidad de tiempo, se debe trabajar un horario prudente, además de dedicar tiempo al ocio y a la recreación. Si se vive en un estado de incertidumbre permanente, si se mantienen dos trabajos para sostener un determinado nivel de vida y llegar a fin de mes, el futuro es inmanejable y las chances de padecer un ACV serán muy altas.
“Las cifras en el país se mantienen. Tenemos que contabilizar unos 120 mil ataques al año, y el mayor problema es que el paciente llega tarde. Para ponerlo en perspectiva, a nivel mundial, de 100 pacientes, 10 llegan a tiempo”, asegura Pedro Lylyk, presidente del Centro Médico Eneri y de la Asociación Argentina de Ataque Cerebral. “Es una enfermedad que entre mortalidad y morbilidad alcanza al cuarenta por ciento. Reitero: la llegada tarde es un factor que juega en contra. Tengamos en cuenta que tenemos un país extenso y que ese problema se da hasta en el área metropolitana”, añade el especialista consultado.
–¿Cómo se debe actuar ante un ataque?
–Hay una ventana de seis a ocho horas en las que se puede hacer algo, pasado ese tiempo el paciente debe ir a rehabilitación.
–Las cifras son alarmantes.
–Y ocurre en muchos casos porque no hay difusión ni educación. El ACV es la primera causa de morbilidad en el mundo, y cada cuatro minutos, tanto aquí como en el exterior, existe un accidente cerebrovascular. En los países desarrollados es la segunda causa de muerte mientras que en los que están en vías de desarrollo ocupa el primero y segundo lugar.
Los argentinos, a pesar del poco conocimiento que revelan las cifras de la encuesta de 2011, nos fuimos familiarizando con las tres letras tan temidas. Lo hicimos de la mano de las noticias que involucraron a personajes de la farándula. En julio de 2009, la ascendente modelo Verónica Perdomo perdió el conocimiento a causa de un ACV que la postró por casi tres años. De a poco y con dificultades para comunicarse fue saliendo del túnel y comenzó a trabajar. El caso de Carlos Calvo conmovió a la opinión pública cuando sufrió un ataque en 1999. Después de un tiempo de recuperación volvió a las tablas pero no por mucho tiempo, ya que sufrió varias recaídas y hoy continúa luchando contra las secuelas. El desmayo y posterior internación de Gustavo Ceratti en Venezuela causó un impacto que jamás se apagó. El 17 de mayo y después de un show, la estrella de rock argentina entró en un estado de inconsciencia del que no salió hasta hoy. Fue trasladado a Buenos Aires y se encuentra internado en el sanatorio ALCLA. La dolencia no reconoce edades. Malena Mendizábal, hija de la conocida actriz Mariquita Valenzuela, tuvo un accidente cerebrovascular en febrero de 2003, con sólo 19 años. Luego de una convalecencia de varios meses se recuperó y tuvo que volver a aprender a hablar.
La tendencia es que cada vez ocurre más y más temprano. Hay muchos pacientes con ACV que tienen 30 años, algo que no era común hace dos décadas. También existen casos de procedencias desconocidas, lo que complica el tratamiento debido a que el cuerpo reacciona continuamente y de maneras diferentes. No hay cirugía que solucione el evento de ACV, excepto en el caso de los grandes episodios hemorrágicos. En estos casos se hace una intervención desde un acceso periférico, por donde se trata de llegar al sistema nervioso central para alcanzar el coágulo. Es lo moderno y lo mínimamente invasivo. Si a esto le sumamos nuevas moléculas utilizadas para la disolución del coágulo y dispositivos que hacen la intervención para sacarlo mecánicamente, las posibilidades de rehabilitación aumentan.
Luciano Sposato es director del Departamento de Neurología de Adultos del Instituto de Neurología Cognitiva y del Centro de Stroke del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro. “En los últimos años ha evolucionado mucho la prevención y el tratamiento”, asegura.
–¿Puede citar algunos?
–Los tres hitos más importantes son: los trombolíticos para el tratamiento del ACV isquémico agudo en las primeras 4 o 5 horas desde el comienzo de los síntomas; las estatinas, drogas que bajan el colesterol y que han disminuido significativamente la cantidad de casos, así como algunas cirugías como las que se usan para destapar las carótidas; también los nuevos anticoagulantes orales para la prevención del ACV en pacientes con una arritmia cardíaca que se llama fibrilación auricular.
–¿Qué es la cerebrolisina?
–Es una droga que se encuentra en fase experimental, probando su eficacia para el tratamiento agudo. Estamos aguardando la realización de un estudio de investigación y sus resultados.
En al país hay un accidente cerebrovascular cada cuatro minutos y de los más de cien mil casos anuales –la cifra varía entre 120 y 140 mil–, 2.300 resultan fatales. El ACV aumenta en países de ingresos bajos a medios, mientras que disminuye en los países centrales. En países de Sudamérica, la enfermedad crece en personas jóvenes, lo que puede deberse a un mal control de los factores de riesgo. La receta para evitar algo más que un susto es casi la misma que se emplea para otras enfermedades: aflojar con la adicción al cigarrillo, bajarse del estrés, de ser posible, y romper con la inercia del sedentarismo.
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Muresanu: “la cerebrolisina es exitosa en todos los campos de investigación”
El doctor Dafin Muresanu estuvo en el país y brindó una serie de conferencias. El neurólogo rumano es fundador y presidente de la Sociedad de Estudios sobre la Neuroprotección y Neuroplasticidad y es experto mundial en procesos que regulan el funcionamiento adecuado del tejido nervioso con el propósito de tratar y recuperar el Alzheimer y el ACV. Es un ferviente defensor de la cerebrolisina, droga que utilizó exitosamente en un estudio clínico durante el cual experimentó con miles de pacientes de Europa. El medicamento desarrollado en Austria y Alemania ya fue patentado en 76 países y ampliamente aceptado en el ámbito de las neurociencias.
“Estas moléculas son básicamente neurotróficas y han sido descubiertas para la neuroprotección y la recuperación después de eventos nerviosos. Tienen múltiples factores y actúan en distintos puntos debido a que son moléculas multimodales. El producto para utilizar de manera efectiva en los pacientes que manejamos es la cerebrolisina, exitosa en todos los campos de la investigación en este momento”.
–¿Cómo actúa la droga dentro del cerebro?
–Estos factores son producidos por el cerebro en condiciones naturales, y son responsables para el mantenimiento de las funciones cerebrales y sus estructuras. La diferencia entre esta droga y los productos químicos es abismal porque son naturales, como las que tenemos dentro de nuestro organismo para protegernos. Por mecanismos de defensa endógenos es que se secretan este tipo de moléculas. Es muy diferente del fármaco químico, que es totalmente ajeno al organismo. La cerebrolisina es ciento por ciento biológica y tiene pequeños elementos activos y factores tróficos.
–Pero debe tener alguna desventaja, como cualquier medicamento...
–Casi no existen contraindicaciones en condiciones reales, ninguna puntual ni grande, y eso no pasa con los productos químicos.
–¿Cree que con esta droga vamos en camino a descartar otros métodos?
–No, porque cada cual tiene su lugar. Esta droga va a ser un activo muy importante para la cirugía intervencionista o para preparar el terreno para la cirugía sin dejarla de lado. Por ejemplo, en el ACV se usa la trombólisis (disolución del coágulo) como medio de tratamiento. Pero con este fármaco podrá ampliarse el espectro de los pacientes, que pueden beneficiarse de la terapéutica sin entrar en el riesgo de recibir la trombólisis.
–¿Significa que es prácticamente indiscutible el resultado de la droga?
–En realidad es un fármaco esencial para la protección del cerebro y la recuperación del tejido nervioso después del ACV.
–¿Qué temas trató en su visita a Rosario?
–Traté de comunicar los últimos avances sobre protección cerebral y de recuperación por eventos del tipo stroke (ACV), además de una visión general sobre la lesión cerebral traumática y cómo actúa la neuromodelación y la recuperación del cerebro frente a esas dos situaciones. Mi investigación se centra en los factores neurotróficos.
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El accidente cerebrovascular en números
4 minutos promedio a nivel mundial es el tiempo que transcurre entre un acv y otro.
80 por ciento de los pacientes es hipertenso.
120 mil es el número de casos anuales en la Argentina.
2300 los muertos en el país durante el año 2011.
La consecuencia, en ambos casos, es la pérdida de funciones del órgano que envía señales de comando a todo el cuerpo. “Los síntomas pueden ser cinco: pérdida de fuerza en la mitad del cuerpo, pérdida de sensibilidad también en la mitad izquierda del cuerpo, afasia, trastornos en el habla y en la comprensión, pérdida del equilibrio o un dolor de cabeza diferente al conocido”, explicó Muresanu a esta revista.
Leonardo González, neurólogo y secretario del Grupo de Trabajo de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Neurológica Argentina, brindó algunas pistas que podrían ayudar a prevenir un accidente de este tipo: “El ACV es evitable. Hay que conocer los factores de riesgo, que son varios. Algunos no pueden revertirse, como la edad y el hecho de ser hombre. Lo que sí se puede controlar es la diabetes, al tiempo que se debe tratar de detectar arritmias. Las estadísticas indican que un 70 y hasta un 80 por ciento de quienes padecen un ACV son hipertensos”.
“En cuanto a la intervención y recuperación –agregó González–, depende mucho del lugar donde se viva, ya sea en el campo, en una ciudad o en una gran metrópolis. Deberían instrumentarse campañas públicas de prevención”.
La población parece estar poco o mal informada al respecto. Así lo reflejan los resultados de una encuesta realizada por la Asociación Argentina de Ataque Cerebral (AAAC), que fue presentada en octubre de 2011 en la sede del Ministerio de Salud de la Nación. El estudio asegura que el 34,1% de la población no pudo explicar espontáneamente cuál sería una señal de alerta. El sondeo, que incluyó a 603 participantes, informó que tales números fueron superiores en la población mayor de 56 años: 49,7% consideró la hipertensión como causa de ACV, y el 39,9 no pudo mencionar señales de alerta. Otros datos generales revelaron que un 26,5% citaba la cefalea como señal de peligro, un 15,7 se inclinó por las dificultades del habla, un 14,4 mencionó la parálisis y el 12,1 cree que los mareos son también una señal de alerta.
Según expertos en el tema, la Argentina no está lejos de la media mundial en cuanto al número de afectados y a las causales de la enfermedad. El estrés cada vez más generalizado no hace más que empeorar los pronósticos. Para eso no existe un fármaco mágico, sino que la medicación debe funcionar en armonía con un cambio en las condiciones de vida, se debe encastrar todo como en un gran rompecabezas. La función del ser humano está limitada a ciertos parámetros: hay que dormir determinada cantidad de tiempo, se debe trabajar un horario prudente, además de dedicar tiempo al ocio y a la recreación. Si se vive en un estado de incertidumbre permanente, si se mantienen dos trabajos para sostener un determinado nivel de vida y llegar a fin de mes, el futuro es inmanejable y las chances de padecer un ACV serán muy altas.
“Las cifras en el país se mantienen. Tenemos que contabilizar unos 120 mil ataques al año, y el mayor problema es que el paciente llega tarde. Para ponerlo en perspectiva, a nivel mundial, de 100 pacientes, 10 llegan a tiempo”, asegura Pedro Lylyk, presidente del Centro Médico Eneri y de la Asociación Argentina de Ataque Cerebral. “Es una enfermedad que entre mortalidad y morbilidad alcanza al cuarenta por ciento. Reitero: la llegada tarde es un factor que juega en contra. Tengamos en cuenta que tenemos un país extenso y que ese problema se da hasta en el área metropolitana”, añade el especialista consultado.
–¿Cómo se debe actuar ante un ataque?
–Hay una ventana de seis a ocho horas en las que se puede hacer algo, pasado ese tiempo el paciente debe ir a rehabilitación.
–Las cifras son alarmantes.
–Y ocurre en muchos casos porque no hay difusión ni educación. El ACV es la primera causa de morbilidad en el mundo, y cada cuatro minutos, tanto aquí como en el exterior, existe un accidente cerebrovascular. En los países desarrollados es la segunda causa de muerte mientras que en los que están en vías de desarrollo ocupa el primero y segundo lugar.
La tendencia es que cada vez ocurre más y más temprano. Hay muchos pacientes con ACV que tienen 30 años, algo que no era común hace dos décadas. También existen casos de procedencias desconocidas, lo que complica el tratamiento debido a que el cuerpo reacciona continuamente y de maneras diferentes. No hay cirugía que solucione el evento de ACV, excepto en el caso de los grandes episodios hemorrágicos. En estos casos se hace una intervención desde un acceso periférico, por donde se trata de llegar al sistema nervioso central para alcanzar el coágulo. Es lo moderno y lo mínimamente invasivo. Si a esto le sumamos nuevas moléculas utilizadas para la disolución del coágulo y dispositivos que hacen la intervención para sacarlo mecánicamente, las posibilidades de rehabilitación aumentan.
Luciano Sposato es director del Departamento de Neurología de Adultos del Instituto de Neurología Cognitiva y del Centro de Stroke del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro. “En los últimos años ha evolucionado mucho la prevención y el tratamiento”, asegura.
–¿Puede citar algunos?
–Los tres hitos más importantes son: los trombolíticos para el tratamiento del ACV isquémico agudo en las primeras 4 o 5 horas desde el comienzo de los síntomas; las estatinas, drogas que bajan el colesterol y que han disminuido significativamente la cantidad de casos, así como algunas cirugías como las que se usan para destapar las carótidas; también los nuevos anticoagulantes orales para la prevención del ACV en pacientes con una arritmia cardíaca que se llama fibrilación auricular.
–¿Qué es la cerebrolisina?
–Es una droga que se encuentra en fase experimental, probando su eficacia para el tratamiento agudo. Estamos aguardando la realización de un estudio de investigación y sus resultados.
En al país hay un accidente cerebrovascular cada cuatro minutos y de los más de cien mil casos anuales –la cifra varía entre 120 y 140 mil–, 2.300 resultan fatales. El ACV aumenta en países de ingresos bajos a medios, mientras que disminuye en los países centrales. En países de Sudamérica, la enfermedad crece en personas jóvenes, lo que puede deberse a un mal control de los factores de riesgo. La receta para evitar algo más que un susto es casi la misma que se emplea para otras enfermedades: aflojar con la adicción al cigarrillo, bajarse del estrés, de ser posible, y romper con la inercia del sedentarismo.
El doctor Dafin Muresanu estuvo en el país y brindó una serie de conferencias. El neurólogo rumano es fundador y presidente de la Sociedad de Estudios sobre la Neuroprotección y Neuroplasticidad y es experto mundial en procesos que regulan el funcionamiento adecuado del tejido nervioso con el propósito de tratar y recuperar el Alzheimer y el ACV. Es un ferviente defensor de la cerebrolisina, droga que utilizó exitosamente en un estudio clínico durante el cual experimentó con miles de pacientes de Europa. El medicamento desarrollado en Austria y Alemania ya fue patentado en 76 países y ampliamente aceptado en el ámbito de las neurociencias.
“Estas moléculas son básicamente neurotróficas y han sido descubiertas para la neuroprotección y la recuperación después de eventos nerviosos. Tienen múltiples factores y actúan en distintos puntos debido a que son moléculas multimodales. El producto para utilizar de manera efectiva en los pacientes que manejamos es la cerebrolisina, exitosa en todos los campos de la investigación en este momento”.
–¿Cómo actúa la droga dentro del cerebro?
–Estos factores son producidos por el cerebro en condiciones naturales, y son responsables para el mantenimiento de las funciones cerebrales y sus estructuras. La diferencia entre esta droga y los productos químicos es abismal porque son naturales, como las que tenemos dentro de nuestro organismo para protegernos. Por mecanismos de defensa endógenos es que se secretan este tipo de moléculas. Es muy diferente del fármaco químico, que es totalmente ajeno al organismo. La cerebrolisina es ciento por ciento biológica y tiene pequeños elementos activos y factores tróficos.
–Pero debe tener alguna desventaja, como cualquier medicamento...
–Casi no existen contraindicaciones en condiciones reales, ninguna puntual ni grande, y eso no pasa con los productos químicos.
–¿Cree que con esta droga vamos en camino a descartar otros métodos?
–No, porque cada cual tiene su lugar. Esta droga va a ser un activo muy importante para la cirugía intervencionista o para preparar el terreno para la cirugía sin dejarla de lado. Por ejemplo, en el ACV se usa la trombólisis (disolución del coágulo) como medio de tratamiento. Pero con este fármaco podrá ampliarse el espectro de los pacientes, que pueden beneficiarse de la terapéutica sin entrar en el riesgo de recibir la trombólisis.
–¿Significa que es prácticamente indiscutible el resultado de la droga?
–En realidad es un fármaco esencial para la protección del cerebro y la recuperación del tejido nervioso después del ACV.
–¿Qué temas trató en su visita a Rosario?
–Traté de comunicar los últimos avances sobre protección cerebral y de recuperación por eventos del tipo stroke (ACV), además de una visión general sobre la lesión cerebral traumática y cómo actúa la neuromodelación y la recuperación del cerebro frente a esas dos situaciones. Mi investigación se centra en los factores neurotróficos.
El accidente cerebrovascular en números
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