El futuro se ha vuelto un hecho y el mañana tan solo es ayer. Todos los sueños y míticas fantasías de un después se desglosan en un arduo presente. Las contradicciones están latentes. Las diferencias cada día se deslucen con más naturalidad y la intolerancia se transforma en la moneda corriente de los que observan desde el pasado.
Jesús, sigue vivo, observando desde su cruz. Toda su paciencia ha
colmado. Su bondad ha caducado. Sus brazos flagelados por las puntas que le han atravesado en cuerpo y alma, se liberan de un calvario
milenario. El alambre de púas que cercena su pensamiento, manteniéndolo sujeto, maniatado, se desenroscan,
dándole lugar a la razón. Con ello, se libraran sus ideas y ya no teme a vivir.
Cristo baja de su cruz y descubre cuanto se ha
blasfemado en su nombre, cuantos dichos tergiversados en su nombre, cuantos hechos más barbaros que la
propia barbarie se han justificado bajo
supuestas palabras, que él mismo asegura, jamás pronunció.
Cristo llega al mundo moderno y lo encuentra
sumergido en una lucha de todos los tiempos, una batalla entre los que gustan
de vivir y los que gustan de acabar con la vida.
Camina por las calles, pasando desapercibido, y
–después de dos mil años de padecimiento- escucha en boca de otros las palabras que le
hicieron languidecer por tanto tiempo: ¡Libertad! ¡Igualdad! ¡Amor! ¡Unidad!
Pero también encuentra desfilando por las calles
a miles de verdugos romanos, que disfrazados en sus trajes modernos, cargan la
misma actitud, aquella que llevo a que lo colgaran de esa maldita cruz”.
Ese viejo símbolo de tortura, lo encuentra
colgado en el cuello de miles de personas. Y, a pesar, de no encontrar
magulladuras en sus brazos o cabezas; sabe –perfectamente- que duermen en la
misma cruz en la que él padeció tantos años.
Mira sus ojos y descubre que su cuerpo ha
predicado más represión que libertad, más intolerancia que igualdad, más
violencia que paz. Al menos, eso han hecho los dueños de la palabra del señor
Jesucristo.
Los valores se esfuman de a poco. Tanta
violencia acumulada en el tiempo, se vuelve un dolor de cabeza. El presente se
muestra distinto y las personas aun viven en ese ayer. La contradicción entera
entre el deber ser y el simplemente ser. Las desmedidas políticas de un dios
totalmente económico que oculta bajo sus creencias pseudo-espirituales, un as
de intolerancia feroz y de consumo voraz. Jesús no puede evitar sentir la
cólera, de haber dado su vida para cambiar el mundo y encontrar que nada
cambio: - Ese no es mi padre! (exclama vehementemente).
Aquella libertad que pregonaba, antes de que la
lanza Le atravesara su pecho, hoy es una moda que se compra en el kiosco de
la esquina. La liberación del alma se pudre en una eterna batalla entre los que
fueron educados del pasado y los que quieren un presente; los eternos
dinosaurios que desean congelar los tiempos y los jóvenes nacientes en la plena
libertad.
Un trípode que se disfraza en un productos
insolubles que como el agua; incolora, insípida, se vuelve el menester de la supervivencia humana.
Comentarios
Tema a tratar si los hay, candentes e introspectivos, porque cada vez que surgen nos hacemos la pregunta de si en realidad venimos haciendo las cosas bien. Pero cómo podemos saber que es lo correcto, si cuando Agamenón debe matar a Ifigenia, su hija, lo hace, obviamente cumpliendo los designios de los dioses, pero lo hace sin mirarla, sin ver que es su sangre... es más fuerte su convicción, su buen proceder frente a las deidades que frente a su familia. Esto también mueve a Jesús a seguir todo el calvario hasta su muerte... y no rendirse, soportar las burlas, el juicio injusto que recibe ante los sacerdotes judíos que lo envian ante los romanos, ellos mismos que luego de ir de autoridad en autoridad proponen que el mismo pueblo elija que hacer con él. Claro, afronta todo lo que viene con el corazón blandido de tristeza por la impunidad del ser humano, y por otro lado con la esperanza y fé que luego de su sacrificio se logre el cambio antropológico. Error.
La edad media es la bajeza de la iglesia, es dónde los sacerdotes regenteaban prostibulos, donde se mataba a la gente que no creía en los dictámenes de la biblia. Epoca de ocultar, epoca de concilios, epoca de farsas.
Pero de esto nos debe quedar que Jesús es un maestro, un guía independientemente de nuestra creencia religiosa, que si leemos los evangelios notaremos que era un ser humano lleno de bondad, que enseñaba, que fue engañado por su propio amigo. Más calamidades de las que pudo sufrir un ser creo que no se pueden comparar nuestros minimos pesares con lo que él tuvo que pasar.
Este texto es una voz colectiva Guido, porque es la voz de muchos que pensamos y hasta con las mismas palabras lo que expusiste. Gracias por esta reflexión.
Guido
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Jesus en Mateo 2:26 Am