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Lugares hermosos y accesibles para disfrutar de unas vacaciones en Argentina

Un jueves por la noche


Se pone de pie. Observa. Los ojos ciertos, cargados de tantas mentiras pasadas. Tantas falsedades sin sentido, sin la racionalidad suficiente que las justifique. Una mirada hacia adentro, hace que se vea el resto y donde está parado. La soledad es compañía, la compañía ya no es soledad. Vuelven, retornan esos tiempos en que las palabras cobran más valor. No pensar, simplemente estar ahí. Junto a esos compañeros del camino. Cerveza en mano, un vaivén de pensamientos que importan tanto como el hecho de estar ahí.


Un cigarrillo y el humo esparciéndose por todo el lugar, caras extrañas. La música de jazz, marcando el tiempo. Un bajo que resuena en las vibraciones de la tierra. Un viejo amigo, sentado junto a él. Otro viejo amigo escuchando en su parecer. El sabor de no haber ganado, pero tampoco haber perdido. Un empate sin sabor amargo, un resultado de esos que te dejan en pie. 

Extraños sujetos luchando por encontrarse en la multitud y la quietud; una dulce y certera quietud, que es tranquilidad, que es deseo concebido; que es como lo es, siendo en el momento presente. Las fuerzas ya no son las mismas, el cuerpo no es tan joven y las ganas se transforman. Una chica, una mujer, una sonrisa. Un conocido, un abrazo y un trago de fernet. Camina entre la gente sin expectación, solo caminando, rodando en un mar de personas. En cada centímetro, un mundo. En cada espacio, un modo de ver la vida. En cada cabeza, un planeta tan distinto que hasta espanta un poco.

Se sienta. No dice nada. Escucha. Se expresa. Cerveza y el humo cubriendo el aire, otra vez. Sinceridad. Las mentiras se desvanecen. Ya no hay más que ese espacio. El torrente fluye naturalmente por los cauces de la oscura noche. 

              - Es tiempo de volver. Mañana será otro día. Hay que descansar. ¿Vamos?


Fotografía:  http://ar.fotolog.com/jose_garcia/


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