La saudade, también es un sentimiento nostálgico, pero de otra envergadura. Te sumerge en un océano de pasado, de tiempos buenos, de tiempos malos. Pero, mientras la nostalgia te paraliza atemorizando el vaivén del avance de las agujas del reloj, la saudade recurre a ese sentimiento nostálgico emanando una sonrisa. De labios gruesos y dientes frescos. Sumergiéndose en el túnel del tiempo pasado. La nostalgia evita el tiempo presente, la saudade vive del presente construyen un futuro con el pasado.
La saudade construye desde la alegría, la nostalgia destruye desde la tristeza. El primer sentimiento se dibuje en optimismo de un futuro mejor, un mañana placentero. El segundo sentimiento se estanca en el pasado sumergiéndose en un umbral oscuro, pavoroso que solo puede ver un tétrico mañana.
Pasado, presente y futuro. Son tiempos compartidos por estos sentimientos hermano, pero incomprendidos mutuamente.
Son dos polos opuestos que rompen las leyes de la física y en lugar de atraerse se repelan sin razón aparente. Aunque ese, es otro tema.
Los pueblos no pueden construir un futuro mejor desde la tristeza. El yugo de la opresión se basa en la tristeza, la depresión de las ilusiones. Solo los pueblos alegres, optimistas y rebalsados en fe (de cualquier tipo o color) pueden encontrarse frente a un soleado amanecer.
Un país triste es un país sometido y dominado. Un país alegre es un país que crece en libertad.
Para crecer es necesario creer, querer, buscar y tener fe. Pero desde la tristeza nunca han de ser posible.
La tristeza,
nos detiene
nos maniata
La alegría
nos libera
y nos desata
Un mundo triste
es un oscuro lugar
que se esconde
a la vida
Un mundo
que se construye
en alegría
es un lugar brillante,
esplendoroso, cargado
de rebeldía.
Un pueblo rebelde,
ha de ser alegre
pues la fuerza
de sus actos
solo puede
provenir,
desde la sonrisa
de sus días.
La saudade construye desde la alegría, la nostalgia destruye desde la tristeza. El primer sentimiento se dibuje en optimismo de un futuro mejor, un mañana placentero. El segundo sentimiento se estanca en el pasado sumergiéndose en un umbral oscuro, pavoroso que solo puede ver un tétrico mañana.
Pasado, presente y futuro. Son tiempos compartidos por estos sentimientos hermano, pero incomprendidos mutuamente.
Son dos polos opuestos que rompen las leyes de la física y en lugar de atraerse se repelan sin razón aparente. Aunque ese, es otro tema.
Los pueblos no pueden construir un futuro mejor desde la tristeza. El yugo de la opresión se basa en la tristeza, la depresión de las ilusiones. Solo los pueblos alegres, optimistas y rebalsados en fe (de cualquier tipo o color) pueden encontrarse frente a un soleado amanecer.
Un país triste es un país sometido y dominado. Un país alegre es un país que crece en libertad.
Para crecer es necesario creer, querer, buscar y tener fe. Pero desde la tristeza nunca han de ser posible.
La tristeza,
nos detiene
nos maniata
La alegría
nos libera
y nos desata
Un mundo triste
es un oscuro lugar
que se esconde
a la vida
Un mundo
que se construye
en alegría
es un lugar brillante,
esplendoroso, cargado
de rebeldía.
Un pueblo rebelde,
ha de ser alegre
pues la fuerza
de sus actos
solo puede
provenir,
desde la sonrisa
de sus días.
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