Que florezca el sentimiento, que el corazón se deshaga como un trozo de carne cocinado en un horno de barro. Que el cuerpo se encienda en un fuego que arrasa como el producto de una sequía. Que la mente se despierte como una mañana calurosa de abril. Que los días sean el aire que respira el humano para vivir. Que tus besos sean el néctar que se cocina en el polen de las flores. Que los ojos sean límpidos como una noche estrellada de verano en plena oscuridad. Que el tiempo sea efímero como la propia eternidad.
Que el amor, renazca en el punto más sagrado, más vital, como el agua de un manantial serrano. Que el deseo, sea el motor de una locomotora que recorre el continente de punta a punta. Que la envidia se desvanezca en el aire como la sutil chispa humeante de un fósforo de mala calidad. Que el silencio sea compañía como el niño que descansa en el vientre de una madre. Que la soledad sea templanza de la vida en el silencio de las serranías. Que tus manos sean la fuerza de un buque para no dejarse arrasar por la fiereza del mar. Que los abrazos sean tan profundos como las raíces del árbol que radica en Distrito Federal. Que el sol ilumine como aquella manzana encontró a Newton.
Que vivir sea la corriente continua de un río transparente que brota en vida todo a su pasar. Que morir sea sencillo como una flor que se marchita sembrando sus semillas en el viento. Que las palabras nunca sean suficientes como un torrente de juventud, de puertas abiertas a la libertad. Que un “que” siempre sea un “cuando”, un “donde” y sobre todo un “por qué”, para que todo sea simple como el mismo arte de sentir en realidad. Que el presente sea un puerto donde el movimiento continuo le inunda de diversidad. Que el pasado, sea una puerta cerrada, sea un galpón donde se guarda lo usado, pero que nunca se trae a la casa.
Que el futuro sea presente, esquivo a la mentira del progreso, amigo del amor a la verdad.
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