Por Facundo Cruz.
Hoy la policía de GAMA, es decir el ejército de ocupación de De la Sota, desalojó una canchita de fútbol.
Desde las diez de la mañana los jóvenes y niños de El Bordo estuvimos limpiando un terreno baldío. Un terreno abandonado, sin cerco, poblado de ramas cortadas y filas de escombros. No importa, hay palas, hay carretillas, hay juventud que sobra y desborda.
La policía llegó seis horas después, es decir ochenta carretilladas después, treinta borditos de escombros, doscientas ramas cortadas después. Llegó aterrorizada la policía, cinco móviles, diez policías contra diez niños, siete jóvenes. Llegó la policía a defender los escombros y las ramas, a defender el baldío. Llegó la policía a impedir el fútbol.
Muchas cosas gravísimas podemos denunciar, lo haremos en su momento y con detalle. Pero mientras en la televisión se multiplica la indignación por un auto de alta gama robado de una playa de estacionamiento, nosotros preferimos no abrumarlos con injusticias cotidianas. Solamente advertirles lo siguiente: la mayoría de nosotros nunca vamos a tener un Bora, pero todos aprendimos a jugar al fútbol en algún lugar.
Lo que sí es preciso denunciar es la anulación del fútbol. Hoy hicieron falta cinco móviles de policía y diez botones para que no se construya una canchita de fútbol. El negocio del fútbol tiene su momento inicial en este acto, el de esta tarde. De este despojo nacen los dirigentes corruptos, los árbitros coimeros, los delanteros que se tiran en el área, los defensores que te rompen para cortar un contragolpe, el balazo de goma a corta distancia, los palos, la barrabrava que se se preocupa sobre todo por ser brava. De este despojo nace el mercado de pases. De ahí nacen los clubes grandes, los millonarios. De ahí los clubes chicos, los clubes del interior, los que pueblan el ascenso.
Ya sabemos nosotros que la pelota no se mancha. Ya sé que no vengo a salir campeón, vengo porque te quiero. Ya sabemos que el fútbol es invencible, porque es pueblo. Pero ¿Saben qué nos angustia? Nos angustia pensar que este pibe aprendió a jugar al fútbol en una canchita como la canchita de El Bordo.
Hoy la policía de GAMA, es decir el ejército de ocupación de De la Sota, desalojó una canchita de fútbol.
Desde las diez de la mañana los jóvenes y niños de El Bordo estuvimos limpiando un terreno baldío. Un terreno abandonado, sin cerco, poblado de ramas cortadas y filas de escombros. No importa, hay palas, hay carretillas, hay juventud que sobra y desborda.
La policía llegó seis horas después, es decir ochenta carretilladas después, treinta borditos de escombros, doscientas ramas cortadas después. Llegó aterrorizada la policía, cinco móviles, diez policías contra diez niños, siete jóvenes. Llegó la policía a defender los escombros y las ramas, a defender el baldío. Llegó la policía a impedir el fútbol.
Muchas cosas gravísimas podemos denunciar, lo haremos en su momento y con detalle. Pero mientras en la televisión se multiplica la indignación por un auto de alta gama robado de una playa de estacionamiento, nosotros preferimos no abrumarlos con injusticias cotidianas. Solamente advertirles lo siguiente: la mayoría de nosotros nunca vamos a tener un Bora, pero todos aprendimos a jugar al fútbol en algún lugar.
Lo que sí es preciso denunciar es la anulación del fútbol. Hoy hicieron falta cinco móviles de policía y diez botones para que no se construya una canchita de fútbol. El negocio del fútbol tiene su momento inicial en este acto, el de esta tarde. De este despojo nacen los dirigentes corruptos, los árbitros coimeros, los delanteros que se tiran en el área, los defensores que te rompen para cortar un contragolpe, el balazo de goma a corta distancia, los palos, la barrabrava que se se preocupa sobre todo por ser brava. De este despojo nace el mercado de pases. De ahí nacen los clubes grandes, los millonarios. De ahí los clubes chicos, los clubes del interior, los que pueblan el ascenso.
Ya sabemos nosotros que la pelota no se mancha. Ya sé que no vengo a salir campeón, vengo porque te quiero. Ya sabemos que el fútbol es invencible, porque es pueblo. Pero ¿Saben qué nos angustia? Nos angustia pensar que este pibe aprendió a jugar al fútbol en una canchita como la canchita de El Bordo.
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