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La falacia crítica de un bohemio



La falacia crítica de un bohemio reside en una continua inactividad social. El apartamiento de este tipo de individuos, de los que el común de la vida debe afrontar, los aleja del verdadero sabor de la existencia: el eterno y maldito dolor de la cotidianeidad, del tener que subsistir en un sistema frívolo y materialista.

El bohemio es un ser tan apartado de la sociedad, que no puede más que analizarla de modo abstracto. Absurdo. Es un ser que se siente tan solo en este mundo como vacío en su interior. El materialismo capitalista lo condena, lo sofoca. El material cargado de un conformismo incesante le llevan a un estado de odio supremo que ve en el arte un modo innato de canalización. La ira, la espontaneidad, el dolor, el llanto, el sentimiento. La falta de organización. La incomprensión del tiempo y el orden. El estado, el poder, el dominio y la imposición; son solo algunas de las características de un ser que se perdió en las penumbras de su borrascosos pensamientos y termino transformándose, en lo que hoy lo aleja del todo social. Un bohemio.

Este artista no es uno más de esos. Es tan distinto como igual a los de su tipo. El bohemio encuentra inalcanzablemente placentero la compañía de una mujer en una noche fría. Hacer el amor durante largas horas. El bohemio encuentra en la piel femenina un bello arte…arte que no diferencia razas, ni colores… sino que diferencia tamaños y matices. Brillos y sensaciones. Disfruta la compañía de una noche junto a la luna, pero huye tras esa noche. No puede permitirse que ella lo atrape. No puede dejar que ella lo enlace a un mundo en el cual deberá responder a reglas y a un establecido orden. Su amor lo condenara a las cadenas. Y eso para él, no es amor. El renegara de ese estilo de vida, que le impide brillar a la esencia de su alma libre. Si, y ahí reside lo esencial del hecho. Lo esencial de la bohemia reside en su esencia libre y libertina. En la expresión continua de sentimientos explosivos sin destinatarios perpetuos. Consiste en un largo resguardo con la soledad, la creación y la expresión. En materia, en el aire, en el agua, en el fuego o el cuerpo. Expresión continua y desmedida.

El bohemio perderá las palabras un día… y, al siguiente, sin más, las encontrara escondidas en los pequeños detalles de lo que algunos llamaran insignificante. Divagara en su mente palabras que lo conducen a un texto con poco sentido para la mente racional, pero rico en sentimientos puros e internos de su propio espíritu. Sus palabras serán tan inmundamente sinceras, que el propio diablo se encontrara plasmado en ellas. Su propio ángel volara en cada silaba reposando en aquellas consonantes que rematen la rima romántica.

Dicen de él un errante, un vagabundo pero yo lo creo un incomprendido. Un ser que creció en los márgenes de la sociedad. Que obvió todos los mandatos y estratos sociales. Que evadió las cuestiones raciales. Que sorteó las cuestiones de nacionalidades. Que ignoro las fronteras. Que se escapó del mundo de las estructuras, para analizarlas desde sus perspectivas. El es uno en si mismo, pero esta particionado en su interior. Cree que es un poeta por estar inspirado, pero poeta no es el inspirado, sino quien más inspira.

Ya lo decía Atahualpa Yupanqui, bohemia de las tierras del Cerro Colorado: “Tú piensas que eres distinto porque te dicen poeta, y tienes un mundo aparte más allá de las estrellas. De tanto mirar la luna ya nada sabes mirar. Eres como un pobre ciego que no sabe adónde va.”(1)

El bohemio es un poeta o una poetiza. No distingue sexo, edad, ni religión. No posee sexo, edad, ni religión. Despreocupado de encerrarse en un grupo social se aparta de todo. Solo se enamora de la luna y su resplandor libertino. Se enamora de ese astro que lo acompaña, pero que lo deja al libre albedrío. Que nada le exige, más que vivir según sus propios sentidos.

La crítica de la bohemia es una falacia por qué no vive en este mundo. O quizás nadie comprende aun este mundo, el mundo del poeta. ¿Este mundo no vive en este mundo? Quien sabrá. Nadie sabe nada y para colmo se pierde en su soledad. Como creer en donde solo persiste una gran mentira. Solo puede caminar sin fe. Solo puede observar con ojos apáticos que descreen del todo y confían en la nada. No pueden ser más que aristotélicos sus pensamientos al describir el grado de su conocimiento. No puede ser más que penumbroso el grado de mediocridad que en él subsiste.

Su escepticismo lo aleja de toda realidad. Su descreencia lo vuelve ajeno, lo arrima a la soledad. Una reclusión paranoica de pensamientos atravesados por impuros sentimientos de rencor al todo social. La disciplina es un camino que no puede obviar, no puedo evitar buscar durante sus años de juventud, pero su propia vida le negara acceso a ella de forma continua. Porque la disciplina despierta el talento y alimenta la creatividad, pero le roba lo único que nadie puede tocar. Lo único que nadie le podrá robar. La disciplina implica imposición de una estructura limitante a su propia libertad.

El vagabundo pensador intentara en algún momento de su vida, volver a vivir dentro del mundo social. La soledad lo lastimara tanto, lo aislara filosamente llevándolo a probar los confines más oscuros. Y será allí cuando pensara que ese mundo no es el suyo. Caminara por la tierra de los esclavos intentando disminuir el peso de sus cadenas. Deambulara en pasos del castigo, el miedo y la explotación. Encontrara brazos en los que diluir tanta tristeza; pero siempre será en un cristal líquido, el lugar donde reencontrara la falaz elección. No puede más que vivir solo un tiempo hasta verse encerrado en un espejo que le muestra la cara vacía de su vida. Una vida colmada por la materia, pero vacía de esencia.

La bohemia es una falacia discursiva al igual que el ser ermitaño y su modo de ver el mundo. No pueden ser analizados correctamente por qué se los ve con los ojos de este triste mundo, cuando ellos ven el mundo de manera distinta: no pertenecen a él. El bohemio no puede analizar más que su mundo… al cual nadie comprende. Desde aquel día. En que dejaron de elegir. Desde el día en que la palabra subordinación se volvió una elección inconsciente y la entregaron. Y perdieron la libertad.

El bohemio es quien en un incesante caudal de palabras abstractas expresara tantas ideas en una sola que el lector se confundirá. Será aquel que en una maraña de pensamientos conducirá a quien lo lea por diversos caminos. Le hablara de su vida y la relación con el tiempo espacio, relacionara lo dicho con el mundo social y encontrara en toda la conversación una conclusión obvia, pero a la que nadie comprenderá: El palacio de la factura es el congreso de la nación.


1- Te dicen Poeta – Atahualpa Yupanqui - http://www.silsh.com.ar/otros_yupanqui.html

Fotografia: www.faltabancuatrogotas.com/.../bohemio.JPG

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