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El hombre es lo que hace de lo que hicieron de él (la risa de los otros)

Algo que a todos no ha limitado alguna vez refiere a los otros. Si, a esos seres que nos rodean. Esas personas que están a nuestro lado. De una u otra manera, estos seres que nos rodean han influencia nuestro comportamiento. Y cuan dura resulta esa influencia, a veces. Cuan difícil de tolerar sin volverla una respuesta complaciente hacia estos. ¿Qué es lo que busco decir? Lo que intento decir es que todos en algún momento nos vimos limitados por el pensamiento de los otros; o por los prejuicios que tenemos frente al pensamiento que los otros tienen con respecto a nosotros. Algunos dirá a esta altura de la nota “Esta nota es una mierda para que leerla…a mi nunca me sucedió eso, yo soy independiente”... es cierto tal vez no te hace falta leerla. Primero tendrías que leer una nota sobre el orgullo para luego poder pasar a esta temática.
Otro dirá “a mi me sucede y no se como cambiarlo”. Aquí reside el fin de esta nota. El como. El ¿Cómo enfrentar a los demás sin tener que enfrentarlos? Te preguntaras otra vez: - ¿que?
Intento ser franco, conciso y directo: esta nota busca evidencia como enfrentar esas palabras toxicas que los otros emanan sobre nosotros y lastiman. Si. Esos pequeños juicios insignificantes que los otros emiten sobre nosotros. Tan insignificantes que las personas que los emiten olvidan haberlo hecho…. Pero eso si, los receptores nunca olvidan. No. Algunos se hacen los distraídos. Otros hacen oídos sordos. Pero esas palabras llegan y, muchas veces, lastiman.
De mas esta decir que es inevitable sentirse influenciado por las palabras de los demás. Si, es inevitable. Somos seres humanos y nuestra cualidad máxima es el de vivir en sociedad. Y vivir en sociedad implica compartir sensaciones, emociones y pensamientos con los demás. Vivir en sociedad implica encuentra un lugar individual dentro de la gran ficha que es la vida social. Vivir en la sociedad implica encontrar tu propio lugar en relación a los demás. Es triste verlo así. Lo se. Pero es una realidad inconciente.
Por ello, es inevitable que esas palabras influencien en nuestro modo de ser. Ya lo decía Sartre: “el hombre es lo que hace de lo que hicieron de él”. He aquí el primer punto de inflexión. Analicemos la frase sartreana. “El hombre es”. Ante todo, el hombre es… es decir vive… respira… come… y para ello tienen que esforzarse. “Lo que hace”. La segunda parte verifica y sustenta el primer apartado de la frase: El hombre es lo que hace. Es decir, que un hombre – o mujer, es indistinto, es una concepción asexual de tinte universalista- es lo que hace de si mismo en el mundo; es su modo de ser, de vivir, de elegir…. Más que todo de elegir. Aquí reside el quid de la cuestión… el hombre es una decisión constante… es lo que elige hacer.
Luego Sartre dice: “de lo que hicieron” con ello refiere a los otros. Al tiempo pasado. A la historia de la humanidad. A todo lo que existió y existe desde antes de nuestra puesta en escena. Es decir refiere a la vida social.
Y termina diciendo “de él”. Con ello, refiere explícitamente a la relación existente entre un individuo y la sociedad o los distintos grupos con los que se interrelaciono durante su gestación educativa social. Durante su inserción a la sociedad.
Pero releamos ahora el apartado final de la frase de modo completo. “Lo que hicieron de él”. La parte final refiere explícitamente al condicionamiento externo con que cada individuo reviste su personalidad a lo largo del tiempo. Es decir, que hasta un hombre como Sartre tenía en claro: es inevitable el ser influenciados por los demás.
Pero aquí el cambio de rumbo frente lo expuesto de forma particionaria. Si uno lee comprendiendo cada parte por separado entiendo el sentido real de esa pequeña condensación de palabras. En solo doce palabras, la premisa sartreana condensa un mundo de significación cuasi infinitas, pero que refieren de forma central a lo mismo que se busca resaltar en esta nota: uno es lo que es en base a lo que hace de lo que los otros quieren que hagamos. Es decir, por así decirlo, la risa de los otros puede detenernos o ser un motor de arranque. Nosotros elegimos sobre ello. Puede que el pasado nos haya condicionado pero el presente es nuestro y solo seremos fruto de lo que hagamos en el.
El hombre decide que camina seguir. Decide el grado en que será influenciado por los otros. Por que es cierto. Es inevitable ser influencia por la otredad –utilizando términos de análisis antropológico- pero si es evitable que esa influencia se toxica con respecto a nuestras propias vidas. En otras palabras, uno decide en que grado nos va llegar las palabras de los demás. Pongamos un ejemplo práctico para su comprensión. Juan X utiliza sombrero de gala de los años 20. Sus amigos se ríen de el por utilizar. Pero el lo continua utilizando pues lo satisface. Gabriel gusta de dormir siestas en el tejado de su casa, pero lo evita pues su vecina lo espía y se ríe del al verlo dormir.
Ahora. En contrapartida de estos dos ejemplos podemos encontrar un mensaje explicito. Pero, valga la redundancia, ¿Quién de los dos es mas feliz? ¿Juan usando su sombrero o Gabriel durmiendo la siesta en su cuarto?
Es obvio que los demás influenciaran en nuestras emociones pero no es necesario que influyan en nuestras decisiones. La risa de los otros solo demuestra desconocimiento e incomprensión. Por eso, ante la risa de los otros solo cabe un sentimiento, un grito. ¿Cual?
El de valerse
por uno mismo.

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