I
Hoy es un día de verano pero se parece tanto a uno de agosto. El sol se asoma con esplendor pero no puedo sentirlo brillar. No hay nubes grises en los cielos, solo merodean por mi corazón.
Hoy es nueve de Enero pero es tan parecido a un catorce de Agosto. Otra vez, el tiempo avanza sin pedir permiso. Otra vez, vivo intensamente para luego, en tan solo un minuto, agonizar.
II
Despierto atemoriza en mi presente. Abro mis ojos. Se desangran en llanto. Quiero huir de aquí y no puedo. Quiero huir de aquí y no debo. Quiero besarte por última vez. Pero hacerlo es condenarme a seis meses de triste espera.
Mis lágrimas ya no caen con facilidad. La tinta se esfuma pero no por ello voy a dejar de escribir esta historia.
Después de tanta espera e incertidumbre mi carácter se vuelve tosco para poder, resistir.
III
Te vas pero no te despido en dolor. Una lagrima abra nuestras mejillas, una sonrisa nuestro corazón. Ya no puedo ser cobarde, ya no puedo dejarte ir en llanto, ni guardarte en mi lamento.
Hoy te dejo ir. Pero no te veo partir. Si lo hiciese, mi alma se desvanecería y, con ella, este loco sentimiento que me envuelve.
Te beso, estiro mis manos y ya no pienso más. Vete. Aquí te espero, mi gran amor.
IV
Llegar a casa me urge. La espera me agobia.
El dolor es inminente, pero lo contengo en un esfuerzo incontenible.
Camino las mismas cuadras.
Aquellas que un tiempo atrás me vieron perderme en un rió de lágrimas. Pero hoy no es así. No puede serlo. Me quiero y te quiero a ti, por eso, no quiero, no debo, no puedo despedirte así.
V
Te vas pero quedo sumergido en las noches de pasión desatadas en este lugar;
con tus besos,
una botella vacía de vino
y un gran deseo:
el de volverte a ver.
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