El domingo 23 de octubre de 2011 quedara en la memoria de los argentinos. Ese día una agrupación política llamada Frente Para la Victoria (FPV), logro la máxima diferencia de votos y apoyo popular a nivel histórico. No solo por el hecho de superar el 50% de votos y conseguir mayoría en ambas cámaras (recordemos que, a partir de este momento, posee quórum propio tanto en Diputados como en el Senado), sino por un suceso tan sorpresivo como espeluznante: la segunda fuerza política no llego ni al 20%. Con una diferencia de votos de más de 8 millones, lo cual equivale -prácticamente- a una diferencia del 300% de los votos conseguido por Hermes Binner. Con ello, el oficialismo podrá gobernar por primera vez en forma plena.

Los jóvenes (entre los
cuales me incluyo) encontraron en ese proyecto, una certera identificación.
La inteligencia con la que
pudieron leer este contexto, esta coyuntura, llevo al kirchnerismo a ser la
fuerza proclamada por la necesidad de cada argentino. Seguramente con sus críticas
y errores, pues no hay que olvidar que cada político, bajo su manto de hombre o
mujer de carácter público, no puede ocultar su humanidad. El error es siempre
latente, aunque detrás (mejor dicho delante) florece un progresismo real. Políticas de argentinos que luchan por Argentina.
Personas que trabajan todos los días, “no solo” por su bienestar personal.
En ese contexto, algunos
imaginan una reforma constitucional y ronda los ecos de “re re re”, pero el discurso del ganador nos dice “soy una mujer que no quiere nada más, que no
ambiciona más”. Un discurso único, épico para la democracia personalista
que nos han acostumbrado a padecer.
Por ello, es completamente
necesario comenzar a pensar desde ya: Gano Cristina ¿y ahora qué? ¿Vendrán otra
vez los pseudo-progresistas que destruyen todo avance para implementar un
personalismo de unos pocos? Lo dudo, la idea es temiblemente posible, pero los
argentinos nos mostramos ajenos a repetir aquellos tiempos nefastos. ¿El
kirchnerismo será la solución o un problema? Eso, solo la historia nos lo podrá
contestar.
El tiempo de hoy, nos indica que este es el camino a seguir. Como siempre me dijo mi padre “no hay que ser más papista que el papa”, pero tampoco tenemos que cegarnos, porque este modelo es viable, avanza, poco o mucho, pero avanza. Renueva. Transforma. Construye. Integra. Comprende las nuevas problemáticas generacionales.
Gano Cristina ¿Y ahora qué? Ahora hay que ser más argentinos que nunca, trabajar; apoyar lo bueno y criticar lo malo, pero –por sobre todas las cosas- continuar aprendiendo que la vida democrática se da en los pueblos que participan. Sin cuestionar aquí, el ¿Donde?, sino el “¿Por qué?”
¿Por qué? Espero que, a esta altura, ya lo puedo responder usted solo.
El tiempo de hoy, nos indica que este es el camino a seguir. Como siempre me dijo mi padre “no hay que ser más papista que el papa”, pero tampoco tenemos que cegarnos, porque este modelo es viable, avanza, poco o mucho, pero avanza. Renueva. Transforma. Construye. Integra. Comprende las nuevas problemáticas generacionales.
Gano Cristina ¿Y ahora qué? Ahora hay que ser más argentinos que nunca, trabajar; apoyar lo bueno y criticar lo malo, pero –por sobre todas las cosas- continuar aprendiendo que la vida democrática se da en los pueblos que participan. Sin cuestionar aquí, el ¿Donde?, sino el “¿Por qué?”
¿Por qué? Espero que, a esta altura, ya lo puedo responder usted solo.
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