Suave atardecer dominical. La Restitución anunciaba su venida y lo hacia con un tono fuerte. Ella pedía lo que le competía, solo buscaba retomar su lugar. Y para lograr su cometido debía transgredir sus propios principios, pues debía expulsar a un ancestral pero amargo y reflexivo Frívolo. Debía dejar al desamparo a ese frió y calculador. Paradoja para ella. Acción que la contradecía pero que no por ello le impedía continuar. Sin embargo, por su naturaleza respetuosa y solidaria dialogo con él. Viejos conocidos, no creo que amigos por su antagónica relación, platicaron por mas de 30 días. Ninguno quería ceder. Cada uno se encerraba en su propia postura. La restitución se mostraba mas tolerante, mas comprensible pero de ningún modo iba a ceder. El Frívolo, desbordado por el inminente cambio, apelaba a la coerción. Coagulaba la situación para contenerla, pero cuando las condiciones están dadas nada, puede hacerse para frenar el inminente cambio. A pesar del accionar de su contrincante, e