Cada uno en este mundo observa de un modo particular. ¿Cómo sucede? Realmente, no lo sé; pero cada individuo mira a su alrededor de un modo tan distinto que –muchas veces- hasta provoca terror. Son tantos los puntos de vista que no hay manera de encerrarlos en categorías. Es cierto que existen puntos en común, pero las divergencias no tardan en aparecer.
La interacción de estos puntos de vista es más atemorizador, pues son tan distintos que, no solo no se comprenden, sino que también –muchas veces- no se toleran. Y esa intolerancia genera hechos que con frecuencia conducen a la violencia. ¡Justamente eso, fue lo que paso el sábado en lo de Sebastián!
Como todos los sábados, los muchachos se juntan a tomar sus cervezas, jugar unos trucos o al futbol en la computadora y –por supuesto- hablar muchas pelotudeces. ¡Casi en exceso! Rozando el límite de lo permitido. Aunque después de varios envases de litro vacios, comienza a surgir la necesidad de generar nuevos temas de conversación. Y es allí, cuando nacen discusiones acerca de “la condición económica de la nación”, “la pobreza y la riqueza”, “el trabajo, las clases sociales y los planes sociales”…. Hasta que de repente…. Lo nombran. Lo pronuncian y se inicia la mayor discordia de todas. ¡Siempre hay uno que no puede evitar traerlo a la conversación! Es como una anécdota de los Simpson: puede aplicarse a todos los ámbitos de la vida.
Y esto es moneda corriente en todo el país: la discusión esta picante, pero –aun- medida. Hasta que uno, no se aguanta más, y dice con voz firme y orgullosa ese nombre, ese apellido. Y no solo lo evoca, sino que lo hace haciendo relevancia de su alto cargo militar, sus dos nombres que siempre “refieren al pueblo” y al día de descanso. Y cuando lo nombran a él, siempre lo hacen evocando a su esposa. ¡Doble conflicto! Un eterno River- Boca de la política nacional. ¿Quién es River y quien es Boca? La verdad: ni se, ni me interesa ¡Ya bastante quilombo se armo con que este muchacho lo haya pronunciado, para que yo diga si es River o que es Boca! ¡Están en pedo si piensan que me voy a meter en semejante bardo!
Tras su evocación, el grupo que discutía de forma individual se divide en dos. Se forman dos bandos automáticamente. ¡Si hasta se separan y se alinean en el espacio tiempo! Unos se ponen de pie y tocan el hombro de quien lo ha nombrado; otros se alejan rápidamente, tomando cercanía de quien lanzo el primer reproche… ¡Si no es que es una flor de puteada!
Y siempre se escucha de los adversarios del nombre: - Ya lo tuviste que meter a él. Vez, ya politizaste la conversación. Insólito, ¡Claro! Hablan del FMI, la guerra sirio-libanesa, la revolución egipcia, la influencia de los samurái en el gobierno de Tamayaki! ¡El 68 y el monopolio mediático de Berlusconi! ¡Los planes sociales y si sirven o no! ¡Estados Unidos y su método mediático de generar miedo!... eso sí, la conversación solamente se politizo cuando se evocó la conjunción verbal de esas cinco letras.
¡Increíble! Y se pudre todo, eh. Y más con alcohol encima; lo que eran abrazos y risas se transforma en tensión, ira y desconfianza. A veces, vuela una que otra trompada o quizás un coscacho. La más sutil agresión es un “¿por qué no te vas a la reputa madre que te pario?”.
Los dos bandos se tensionan más, hasta que de pronto, aparece unos de esos que siempre llegan tarde y pregunta al más sereno, al que decidió apartarse de la conversación:
- ¿Qué paso?
- Y otra vez, lo mismo de siempre. Carlos lo nombro…
Con esa simple información, se les acerca, los mira y les dice:
- ¿Por qué no se van un rato a la reputísima madre que los pario?
Todos se ríen, aunque algunos lo miran con disidencia. El mas callado aparece de atrás y le pregunta sobre la flaca linda del Barrio San Martin; este cuenta sobre como la está conquistando y que es” un caramelo a punto de ser masticado”, hasta que la vena hinchada de Carlos, ante la negación profunda de su ideología por parte de Sebastián, no se aguanta más y opta por la reiteración del nombre en una voz profunda, apasionada y de todo elevados. Todo junto a planes y heroicos mandatos… todo para que comience -otra vez- la discusión.
Ah, me olvidaba: ¿A quién evocaba Carlos? ¿Y a quien va ser? Carlos pronunciaba al General. El General Juan Domingo… Juan Domingo Perón.
La interacción de estos puntos de vista es más atemorizador, pues son tan distintos que, no solo no se comprenden, sino que también –muchas veces- no se toleran. Y esa intolerancia genera hechos que con frecuencia conducen a la violencia. ¡Justamente eso, fue lo que paso el sábado en lo de Sebastián!
Como todos los sábados, los muchachos se juntan a tomar sus cervezas, jugar unos trucos o al futbol en la computadora y –por supuesto- hablar muchas pelotudeces. ¡Casi en exceso! Rozando el límite de lo permitido. Aunque después de varios envases de litro vacios, comienza a surgir la necesidad de generar nuevos temas de conversación. Y es allí, cuando nacen discusiones acerca de “la condición económica de la nación”, “la pobreza y la riqueza”, “el trabajo, las clases sociales y los planes sociales”…. Hasta que de repente…. Lo nombran. Lo pronuncian y se inicia la mayor discordia de todas. ¡Siempre hay uno que no puede evitar traerlo a la conversación! Es como una anécdota de los Simpson: puede aplicarse a todos los ámbitos de la vida.
Y esto es moneda corriente en todo el país: la discusión esta picante, pero –aun- medida. Hasta que uno, no se aguanta más, y dice con voz firme y orgullosa ese nombre, ese apellido. Y no solo lo evoca, sino que lo hace haciendo relevancia de su alto cargo militar, sus dos nombres que siempre “refieren al pueblo” y al día de descanso. Y cuando lo nombran a él, siempre lo hacen evocando a su esposa. ¡Doble conflicto! Un eterno River- Boca de la política nacional. ¿Quién es River y quien es Boca? La verdad: ni se, ni me interesa ¡Ya bastante quilombo se armo con que este muchacho lo haya pronunciado, para que yo diga si es River o que es Boca! ¡Están en pedo si piensan que me voy a meter en semejante bardo!
Tras su evocación, el grupo que discutía de forma individual se divide en dos. Se forman dos bandos automáticamente. ¡Si hasta se separan y se alinean en el espacio tiempo! Unos se ponen de pie y tocan el hombro de quien lo ha nombrado; otros se alejan rápidamente, tomando cercanía de quien lanzo el primer reproche… ¡Si no es que es una flor de puteada!
Y siempre se escucha de los adversarios del nombre: - Ya lo tuviste que meter a él. Vez, ya politizaste la conversación. Insólito, ¡Claro! Hablan del FMI, la guerra sirio-libanesa, la revolución egipcia, la influencia de los samurái en el gobierno de Tamayaki! ¡El 68 y el monopolio mediático de Berlusconi! ¡Los planes sociales y si sirven o no! ¡Estados Unidos y su método mediático de generar miedo!... eso sí, la conversación solamente se politizo cuando se evocó la conjunción verbal de esas cinco letras.
¡Increíble! Y se pudre todo, eh. Y más con alcohol encima; lo que eran abrazos y risas se transforma en tensión, ira y desconfianza. A veces, vuela una que otra trompada o quizás un coscacho. La más sutil agresión es un “¿por qué no te vas a la reputa madre que te pario?”.
Los dos bandos se tensionan más, hasta que de pronto, aparece unos de esos que siempre llegan tarde y pregunta al más sereno, al que decidió apartarse de la conversación:
- ¿Qué paso?
- Y otra vez, lo mismo de siempre. Carlos lo nombro…
Con esa simple información, se les acerca, los mira y les dice:
- ¿Por qué no se van un rato a la reputísima madre que los pario?
Todos se ríen, aunque algunos lo miran con disidencia. El mas callado aparece de atrás y le pregunta sobre la flaca linda del Barrio San Martin; este cuenta sobre como la está conquistando y que es” un caramelo a punto de ser masticado”, hasta que la vena hinchada de Carlos, ante la negación profunda de su ideología por parte de Sebastián, no se aguanta más y opta por la reiteración del nombre en una voz profunda, apasionada y de todo elevados. Todo junto a planes y heroicos mandatos… todo para que comience -otra vez- la discusión.
Ah, me olvidaba: ¿A quién evocaba Carlos? ¿Y a quien va ser? Carlos pronunciaba al General. El General Juan Domingo… Juan Domingo Perón.
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