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Mostrando las entradas con la etiqueta Poesía

Lugares hermosos y accesibles para disfrutar de unas vacaciones en Argentina

Apareces Y desapareces

Apareces Y desapareces, Jugando con Mis días. Te piantas En la mente Y me quitas La vigilia. Me torturas A cada instante, Brindando, tu falsa Esperanza. Y me calcas, En un futuro De acostumbrada Venganza. Ya estoy harto De mi mente Que cuando estas Se perturba Y cuando te vas, Se distrae. Ya estoy cansado, De pensar, Cuando sé Que eres Tan solo Un sueño Que me cansare De esperar. Ya no hay Celos, ni recelos. Ya no hay, Un antes, ni un después Ya no hay, Una sonrisa y un te quiero, Ya no hay. Ya no te busco, Ya no te encuentro, Ya no te pienso, Ya no te quiero, Ya no te espero.

SOLEA y SUSURRO (inspirada en la música de Amaina Jazz Quintet)

Miro tu rostro y no observo nada, Y me recuerda al mío, Desde que vivo, En esta ciudad. Donde habrán quedado, Las sonrisas del tiempo, Las ilusiones del amor Y la juventud. El brillo encandila, Y en la oscuridad del rio, Se hunden las esperanzas, De un mañana mejor. La soledad, fortuita, inhóspita. Los rostros vacios de expresión, La caldera que se apaga, La mayor desilusión. La fe desvanecida, Evaporándose por los poros, Del sendero sinuoso, Del sentir, sin amor. Las calles desiertas del cuerpo. El fuego extinguido del corazón. Las ilusiones dilapidadas. La visión ofuscada.    La esperanza es una invención, Sin fundamentos reales, Basada en la simple creencia Que ya no poseo, hoy.

No salieron jamás

Como indica Leopoldo de Luis -antólogo de este volumen- los poema de amor de Miguel Hernández (1910-1942) enriquecen los modelos clásicos que los inspiraron con símbolos e imágenes originales que los individualizan y les confieren un sello propio e inconfundible No salieron jamás  del vergel del abrazo, y ante el rojo rosal  de los besos rodaron. Huracanes quisieron con rencor separarlos. Y las hachas tajantes.  Y los rígidos rayos. Aumentaron la tierra de las pálidas manos. Precipicios midieron  por el viento impulsados entre bocas desechas. Recorrieron naufragios cada vez más profundos, en sus cuerpos, sus brazos. Perseguidos, hundidos por un gran desamparo de recuerdos y lunas, de noviembres y marzos, aventados se vieron: pero siempre abrazados.

Desperté en el insomnio de la vida

Desperté en el insomnio de la vida, Con los ojos grandes y redondos Sumergido en un doble rechazo, Recordando el baile y sus pasos. Desperté en el insomnio de la vida, Y me olvide de los sueños, Te recordé hecha un retazo Al costado de los espacios. Desperté en el insomnio de la vida, Y el corazón quedo entre los perdidos, En la libertad del sumergido, En el recuerdo de los transitados.