El peronismo no es Perón. El kirchnerismo no es Cristina ni Néstor. El peronismo es el pueblo organizado para conseguir dar vida a sus derechos, es la clase obrera que accede a los beneficios de la clase media; el kirchnerismo, es el intento, la versión moderna de esa visión social. Es la comprensión del momento histórico de forma práctica, pero hasta que el pueblo lo entienda, los personalismos van a gobernar. Porque –aunque contradictoriamente- los movimientos sociales lleven el nombre de una persona, son representaciones políticas de movimientos, organizaciones, comunidades. Gente más gente. Una formula matemática simple. No personas, individuos. ¡Grupos!. Y eso es el peronismo, es pensar la Argentina desde una perspectiva propia, desde nuestras necesidades, desde nuestra tierra. Desde lo que precisa un pampeano a lo que necesita un jujeño, santacruceño o puntano. Por eso, al cuestionar los errores que comente un gobierno que -aparentemente- representa a estas corrientes, es necesario realizar las críticas hacia las personas que llevan adelante ese gobierno democrático, representativo y no a las ideas que son fruto de años y años de luchas. Porque el peronismo no está solo en Argentina. Peronismo es lo que Evo Morales hace al reformar la constitución en Bolivia para incluir a las clases subalternas, los desprivilegiados. Peronismo es lo que Lula Da Silva hace al fortalecer su economía a través de la protección de la misma. Peronismo es lo que Chávez hace al nacionalizar los hidrocarburos y cobrar impuesto y el precio justo para su compra. Peronismo es lo que hace Correa en Ecuador, Ollanta Humala en Perú, Mujica en Uruguay. Peronismo es el “No al ALCA” y la formación de la UNASUR. Y cada país es distinto y –en ellos- no existe ningún Perón, sin embargo, es peronismo lo que hacen. A su modo, según sus interpretaciones históricas, pero el modelo es símil.
Regresando a la Argentina, se puede ver que el kirchnerismo es ese avance obligado que el peronismo necesitaba. La inserción de movimientos sociales, de las minorías, la extensión de derechos, el fortalecimiento de la democracia enfrentando a los poderes hegemónicos tradicionales. Pero el kirchnerismo no es Cristina, mucho menos Néstor. Ese movimiento que se simboliza en una K, es el trabajo de miles de personas que a diario trabajan para mejorar este país. El kirchnerismo no es un discurso de Cristina un viernes por la tarde. No es la postura de Moreno, ni las declaraciones de Aníbal Fernández. No, el kirchnerismo es el trabajo de los pibes en los barrios y no necesariamente se ven representados por ese partido político. Quizás, por ello, antes estaban asociados y luego cambiaron de postura. Es participación política de los jóvenes, el debate diario en las redes sociales, la necesidad de hacer justicia sobre un pasado nefasto, la obligada necesidad de tener leyes de la democracia hechas en democracia. Es por eso, que si Cristina o quien fuese que este a la cabeza de este movimiento político, no representa las necesidades estructurales de este modelo de cambio, tendrá que ser reemplazado.
Los nombres simbolizan, pero no determinan.
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